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Terelu alcanzó sus cotas de máximo esplendor en Telemadrid, donde condujo durante siete años uno de los programas insignia de la cadena: “Con T de tarde”. En aquella época era una damita muy 'comme il faut'. Estaba casada con un hombre bueno y alternaba con Jaime de Marichalar, Fernández Tapias y Nuria González y demás nombres significativos de la reluciente sociedad madrileña. Estaba guapa, delgada y manejaba pasta. Lo que se conoce como una triunfadora aunque a mí no es esa la Terelu que más me interesa. La que más curiosidad me produce es la de ahora. La que no parece hallar su lugar en el mundo profesional, la que brinca de un lado a otro sentimentalmente y está pasada de kilos. Terelu es el gran personaje de 'Las Campos' porque de las protagonistas es, paradójicamente, la perdedora. Su madre, con más años, está imponente físicamente hablando y feliz con Edmundo mientras que la niña parece llevar una vida desordenada en busca de la felicidad. Televisivamente me atrae más el desorden, el caos, las chaladuras. Y eso es lo que desprende Terelu. Una señora como ella que reconoce que su madre se preocupa por lo que pueda beber cuando sale o que si no fuera por la tele se pasaría el día entero comiendo se perfila, ya en el primer capítulo, como un personaje de reality de primer orden. A mí me da risa la Terelu que se toma en serio, me produce ternura la que suspira recordando el pasado con nostalgia y me inquieta intuir que la relación entre madre e hija no es tan idílica cómo nos la pintan. Es decir, que el programa me hace sentir. Atención porque puede brindarnos momentos antológicos: impagable la secuencia de Terelu en el mercadillo con adquisición de bragas low cost incluida. Desde que he visto 'Las Campos' no hago más que preguntarme: ¿qué estará haciendo Terelu en estos momentos? ¿qué pensará sobre la propuesta de Ciudadanos al PP? ¿saldrá esta noche? ¿ligará? ¿será más de seducir o ser seducida?