Cuando la conocí, hace ya más de quince años, me cayó como una patada en el culo. Me la presentó mi amigo Óscar y me sacaba de quicio su cara de bonachona, su rictus beatífico de persona extremadamente comprensiva con el resto de la humanidad y sus ojitos risueños.

 

Con los años coincidimos en ‘Aquí hay tomate’ aunque la comencé a querer de verdad cuando me la colocaron de directora de ‘Sálvame’. Yo tenía mis dudas pero comenzó a ganarme poco a poco y ahora ya forma parte de mi vida.

 

Si trabajara en otro medio que no fuera el televisivo sería catalogada como “mujer imposible” pero entre nosotros no pasa de ser una “mujer intensa”. A mí me hace gracia porque todos los acontecimientos que le pasan en su vida –desde que se le haya hecho una carrera en la media a que la invites a cenar a un sitio superpichi– los vive como si no hubiera mañana.

 

Ahora está embarazada y todos sus amigos estamos muy felices porque ha conseguido hacer realidad un sueño con el que fantaseaba desde que era pequeña. Sé que si ella está embarazada lo estamos todos pero no me importa. Por Carlota bien vale la pena pasar nueve meses con un bombo a cuestas que no sea tuyo.