¡Qué días más agradables he disfrutado con mi madre y mis hermanas en la Costa Brava!

Madrid es maravillosa. Una de las mejores ciudades del mundo para vivir. Y además muy segura, aunque quedo con M. para tomar un refresco y me dice que por la noche tienes que ir con ojo. Él es venezolano, así que lo de Madrid le parece de jardín de infancia. Me cuenta entre risas que cuando a algún amigo suyo le han intentado robar el móvil han salido detrás del ladrón y lo han recuperado. Y el guardia de seguridad no pregunta, sino que afirma: “Eres venezolano, ¿verdad? Nunca os dejáis robar”. Me comenta M. que están muy acostumbrados a plantar cara. Y que hay que ir con cuidado por la noche, sobre todo si vas borracho. ¡Ay! Y entonces pienso que hace demasiado tiempo que no estoy borracho por las noches dando tumbos. “Yo creo que roban más por Chueca porque los gays nos vestimos con más gusto y llevamos accesorios bonitos”. Esto es de M, ¿eh?, no vayan a acusarme de heterofobia.

Jorge Javier Vázquez y su madre María Morales en S'Agaró

Al grano. Que Madrid es maravillosa, pero de una intensidad que te deja baldado. Lo notas cuando pasas un fin de semana fuera. Qué días más agradables que he disfrutado con mi madre y mis hermanas en la Costa Brava. Pasar la tarde del sábado en la habitación de mi hotel hablando de nada. Pedir un ‘room service’ y cenar cualquier cosa mientras seguimos hablando y riéndonos. Tirarnos más de una hora en el desayuno. Disfrutar de un paseo increíble en S’Agaró y almorzando luego en un restaurante viendo a la gente tomar el sol y a algunos incluso bañarse en la playa. No me puedo despedir de ellas porque tardo casi dos horas en llegar a la estación del AVE, diez minutos antes de que salga el tren. Atascos, accidentes, semáforos inoportunos. Pero lo importante es que después de haber pasado juntos el fin de semana nos han quedado ganas de volver a vernos e incluso de organizar un viaje para el verano. Escucharlas hablar de asuntos que no tienen que ver con mi día a día me da la vida.