Ya os lo he contado aquí: en cuando empezamos a oler a Navidad, P. y yo ponemos pies en polvorosa y nos largamos lo más lejos posible. A un destino de playa.

 

Antes, P. pasa por la librería Méndez de la calle Mayor para que me vayan organizando las lecturas de las vacaciones. Esta vez sólo les he pedido una cosa: que sobre todo me pongan libros de autores españoles. Me gusta el cine español y la literatura española. ¿Le pasará igual a Artur Mas o despreciará todo lo que provenga del estado opresor? Después de leer que no vio el discurso del Rey me espero cualquier cosa de él. Esta declaración, por cierto, no deja mal al Rey sino que nos da muestras –una más­– de la escasa talla política de Mas. Por cierto: ¿cómo es posible que alguien tan preparado como Felipe VI lea un discurso con tan poca convicción? Qué mal lee, el pobre. Qué voz tan poco agradable. Qué mal empleada. Eso no quita que me guste como Rey.

 

Libros que me han recomendado los de Méndez: ‘El balcón en invierno’, de Luis Landero, ‘En presencia de un payaso’, de Andrés Barba y ‘El impostor’, de Javier Cercas. Me gusta ir a una librería y preguntar qué tengo que leer, tener la tranquilidad de que van a acertar siempre con sus proposiciones. Tener un librero de confianza es, dentro de mi particular escala de valores, un artículo de lujo

 

Por mi cuenta me traigo ‘Ofrenda a la tormenta’, el libro que cierra la trilogía que Dolores Redondo comenzó con ‘El guardián invisible’ y siguió con ‘Legado en los huesos’. Estoy enganchadísimo pero no tengo ganas de acabarlo. Me va a costar hacerme a la idea de que al finalizarlo no voy a saber nada más de la inspectora Salazar. Tengo que convencer a Dolores para que siga escribiendo sobre ella.