Tarde de domingo apacible hasta que cae en mis manos una crítica que publica Cipriano Torres en el ‘Diario de Mallorca’.
Entre otras cosas, dice de mí: “Lo veo dando paseítos por el plató, retaco y desparramado, con las lorzas brotando vivas por las camisas que suele encasquetarse, estrechas, con el pantalón de sisa baja, como un chaval de 20 años, con el culo remetido como los que no tienen un culo glorioso, así que lo veo poniendo caras, gorda la suya, de panadera…”. En cuanto a mi trabajo al frente de ‘Hay una cosa que te quiero decir’ lo valora de la siguiente manera: “Como narrador es terrible. Sin saber qué hacer con la ponzoña, el cianuro, el tóxico, el bebedizo, la mala leche que le brota del cuajo, daba vueltas de un lado a otro, se aturullaba, perdía el hilo, no sabía lo que decía, apenas concluía una frase con la cadencia adecuada, se notaba desorientado…” Sobre mi labor al frente de ‘Supervivientes’ no es mucho más benévolo: “Es el rey manejando la ordinariez, lo chabacano, lo vulgar…” Voy al ordenador y pongo en Google Imágenes el nombre del tal Cipriano esperando encontrar a un desecho de tienta. Mi gozo en un pozo. El tío, encima, me da morbo.