Yo hubiera firmado un 18. Después de más de un año y medio hablando del juicio la audiencia podía estar cansada y la presencia de Belén en plató quizás no consiguiera reunir una atención masiva. Pero me equivoqué.

La tía se marcó un 22,2 como una catedral, que es una audiencia estratosférica. Escandalosa. Una hostia sin manos para los que defendían que la Esteban estaba quemada. Dejando de lado la histórica audiencia –hacía años que Telecinco no conseguía un dato así en sábado– Belén estuvo espléndida. Controlando, tranquila, incluso muy didáctica.

En varios momentos estuve a punto de que se me escapara un chorreo de lágrimas. Belén sigue en la brecha por la verdad que destila. A sus detractores, que les vayan ondulando con la ‘permanén’.