Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier

"Atenas ha tenido siempre mala prensa aunque después de visitarla no entiendo por qué"

Me gustó que el guía español que nos recogió en el aeropuerto hablara muy bien de Atenas. Desconfío de los españoles que viven fuera de nuestro territorio y no hacen más que poner pingando al país que los ha acogido. “La ciudad tiene mucha vida y es muy segura, los griegos son muy simpáticos y ya veréis como los tomates saben a tomates”. Acertó de lleno. Hay ciudades que cargan con un feo sambenito y les cuesta deshacerse de él. Atenas ha tenido siempre mala prensa aunque después de visitarla no entiendo por qué. Es una ciudad con el encanto suficiente para disfrutarla varios días, repleta de buenísimos restaurantes y preciosas terrazas. Reconozco la belleza de las ciudades centroeuropeas— ¡Ay, el socorrido “Triángulo de ciudades imperiales”—, pero me encuentro mucho más cómodo en el Mediterráneo. Con taxistas habladores que me preguntan de dónde soy nada más subirme, con ciudadanos simpáticos y atentos con el turismo y con el sol. Sobre todo con el sol. Le dije a Lydia Lozano que iba a Atenas y me dijo: “Te encantará. Es como Lisboa”. Y creo que tiene algo de razón. Atenas también tiene ese punto decadente, un pulso lento de ciudad vieja que te empuja a saborear paseos y atardeceres. Aparte de todo eso me llevo en mi particular mochila de recuerdos la inolvidable visita a la Acrópolis y la indescriptible emoción que me produjo contemplar las cariátides en el Museo. Entiendo que haya gente que se pierda en esta ciudad muy a menudo. Y comprendo que nuestro guía, asturiano de nacimiento, no manifestara añoranza alguna por nuestro país aunque llevara ya treinta años fuera de él.

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