Andrew Morton

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Carlos III
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Harry y Meghan, las estrellas que Carlos III necesita, por Andrew Morton

Andrew Morton
Andrew Morton

Periodista, escritor y biógrafo de Lady Di

A lo largo de este loco verano, el termómetro ha alcanzado temperaturas récord en todas partes. Y, sin embargo, una corriente de frío parece atravesar el palacio de Buckingham cada vez que alguien saca a colación el nombre de Harry y Meghan.

Sin feliz cumpleaños

Cuando Meghan celebró su 42 cumpleaños a principios de agosto, el rey y su familia reaccionaron manteniendo un gélido silencio. En el pasado, la familia real envió saludos escuetos, pero cordiales, a Meghan a través de suscuentas de Twitter o Instagram. No fue así este año. Los funcionarios del palacio, de manera poco convincente, argumentaron que, dado que ella es un miembro de la realeza sin funciones institucionales, no resultaba apropiado reconocer su día especial.

No irán a Balmoral

Ahora, Meghan y Harry han recibido una nueva muestra de frialdad palaciega al comprobar que no han sido invitados a Balmoral justo cuando se cumple el primer aniversario del fallecimiento de la reina Isabel, el 8 de septiembre. A pesar de que justo después, el 9 de septiembre, Harry y Meghan tienen que estar en Europa –concretamente en Düsseldorf, Alemania– para inaugurar los juegos Invictus en honor al personal militar enfermo y herido, no han sido invitados al retiro de la familia real en Escocia, donde sí estarán, en cambio, dos ovejas negras de la monarquía: a saber, el príncipe Andrés, que tras su imprudente asociación con el pedófilo millonario Jeffrey Epstein ya no realiza funciones institucionales en la realeza, y su exesposa Sarah Ferguson, duquesa de York, a quien en años pasados se la mantuvo apartada de Balmoral. Sarah, que se reupera estos días de un cáncer de mama, está ahora de vuelta en el redil real.

Balmoral
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Los Sussex responden

Aunque Buckingham dejó claro que el rey no presidirá una misa familiar de recuerdo en la fecha exacta del aniversario –Carlos tiene la intención de dedicar el 8 de septiembre a un día privado de oración y reflexión–, acogerá a varios miembros de la familia durante sus vacaciones en las Highlands. Pero no a los Sussex. Una persona cercana a Meghan y Harry ha intentado capear esta nueva disputa familiar poniendo al mal tiempo buena cara y enfatizando que la pareja recordaría a la Reina, partidaria indulgente y empática de su relación, a su manera.

Si Diana viviera...

Resulta irónico que el aniversario de la muerte de la Reina, una matriarca que predicó el evangelio de la unión y el perdón, haya expuesto una vez más la aparentemente insalvable división familiar en el seno de los Windsor. Este es un verdadero desafío para el rey Carlos. Sin duda es consciente de que su reinado será juzgado por su éxito en forjar una reconciliación, aunque solo sea para las cámaras, entre sus dos célebres hijos. Diana siempre vio a Harry como el principal encargado de guardarle la espalda a Guillermo y nunca se imaginó que podría acabar apuñalándosela. Ella me dijo en una ocasión: “He tenido dos niños por una razón. Harry es el mejor respaldo posible para Guillermo”.

Mientras sopesa los pros y los contras de enviar una ofrenda de paz a Harry y Meghan en algún momento de un futuro no muy lejano, el rey Carlos podrá darse cuenta de que los juegos Invictus de Harry están bien financiados, son populares y gozan de buena salud. Por el contrario, el futuro de los juegos de la Commonwealth, el evento deportivo más importante entre los paí- ses que conforman la Mancomunidad de naciones, parece ahora en el aire. Tanto las provincias de Victoria en Australia como de Alberta en Canadá se retiraron abruptamente como sedes debido a problemas de presupuesto. Y un veterano diplomático ha declarado que el futuro de los juegos era incierto porque el rey Car- los no tiene el mismo gancho que la difunta reina Isabel. Ni, tampoco, posiblemente, que Meghan y Harry. El futuro de la monarquía no parece pasar por esa “versión reducida” en la que pensaba Carlos.

El retiro en Hollywood

De hecho, este escenario real podría haber sido muy, muy diferente. Cabe recordar que Meghan y Harry fueron nombrados embajadores de la Commonwealth por la difunta reina Isabel, quien sabiamente entendió que la carismática pareja podría rejuvenecer y dar un impulso a la institución. Su nombramiento tenía la ventaja adicional de mantenerlos fuera del Reino Unido, el dominio natural de los futuros rey y reina, Guillermo y Kate. Esta nueva posición dentro de la monarquía no fue del agrado de Meghan y Harry que, como sabemos, decidieron dejar la familia real e iniciar una nueva vida en California, con un poco de ayuda de amigos como Oprah Winfrey. Al principio parecía que habían encontrado una mina de oro cuando se apresuraron a cerrar acuerdos por más de 100 millones de euros con gigantes mediáticos como Spotify y Netflix. Y cumplieron: su documental de seis horas sobre su historia de amor fue el más visto de Netflix, mientras que las memorias de Harry, ‘En la sombra’ –rebosantes de odio hacia los medios, dolor por la pérdida de su madre y ataques a su familia– lo convirtieron en un superventas internacional.

Harry a caballo
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Contratos ruinosos

Desde entonces han entrado en una suerte de espiral descendente. El podcast ‘Archetypes’ de Meghan fue cancelado después de solo una temporada, la mayoría de sus ideas para programas nunca pasaron de la fase de desarrollo y, según fuentes de Hollywood, Harry, en particular, no es consciente de que traducir una idea en un producto audiovisual acabado implica trabajo duro y creatividad. En junio, Spotify y los Sussex anunciaron que habían acordado mutuamente tomar caminos separados. Además de escribir o grabarse a sí mismos, a la pareja le había costado encontrar ideas y contenidos que fueran más allá de sus propias experiencias. La serie infantil de Mehgan llamada ‘Pearl’ fue cancelada, mientras que un documental sobre líderes mundiales no logró ubicarse entre los diez primeros. Este mes se lanzará un documental sobre los juegos de Invictus que Harry patrocina como preludio de los juegos en septiembre. Una vez más, Harry usa material de su propia vida para conseguir trabajo en los medios.

Guerra con los Beckham

Incluso su primer intento de adaptar libros al cine huele a algo familiar. Los Sussex han comprado los derechos de la novela romántica ‘Meet me at the lake’, un bestseller firmado por la periodista Carley Fortune. El libro trata temas como el trauma infantil de perder a un padre en un accidente de coche, dinámicas familiares complicadas, una historia de amor inesperada y la pérdida de amigos. ¿Suena familiar? La noticia dela compra se dio a conocer pocos días después de que el biógrafo real Tom Bower afirmara que David y Victoria Beckham, amigos de Harry y Meghan e invitados a su boda, se habían peleado con ellos debido a la amistad de David con el príncipe Guillermo, así como por las acusaciones de que Victoria estaba filtrando información sobre su vida a los medios. La pareja ha negado airadamente la acusación.

¿Una ofrenda de paz?

Hasta ahora, Harry y Meghan han mantenido un perfil bajo mientras los programas se cancelaban y los contratos se caían. El silencio de Meghan ha sido particularmente notable. Cuano Harry voló a Londres para comparecer ante la justicia por los diversos casos legales que ha emprendido contra los medios, llamó la atención que Mehan no estuviera a su lado. Su ausencia dio lugar a rumores, rápidamente desmentidos, de que no todo iba bien en su matrimonio. Las especulaciones hicieron mella en la pareja. Cuidadosos siempre con su imagen pública, los Sussex, vestidos conjuntadamente de color beige, se hicieron grabar un vídeo haciendo llamadas telefónicas sorpresa a jóvenes que habían sido premiados en una oenegé. El vídeo viral fue un recordatorio, si es que se necesitaba alguno, de que Meghan y Harry saben cómo acaparar titulares. La imagen dio la vuelta al mundo. Era un recordatorio para el Rey del indudable atractivo de esta pareja ‘semirreal’. Ahora que Carlos evalúa el futuro de la monarquía, puede llegar a la conclusión de que es el momento de extender una ofrenda de paz a su carismático hijo y su nuera.Tal y como ha demostrado el fracaso de los Juegos de la Commonwealth, en los próximos meses y años, el rey Caros y la monarquía necesitarán toda la ayuda que puedan conseguir.

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