Risto Mejide (48 años) y Samantha Hudson (23 años) han charlado largo y tendido, pero sobre todo profundo, en 'Viajando con Chester'. Han abordado las luces y sombras del éxito, han recordado los comienzos de Samantha, han intercambiado opiniones sobre la opresión de la sociedad sobre todo en cuanto a la identidad de género y la orientación sexual y han llegado a uno de los puntos más dolorosos para la joven, los abusos que sufrió en su adolescencia.

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El presentador de 'Viajando con Chester' pregunta sin tapujos queriendo saber con qué género se identifica Samantha Hudson, o mejor dicho, con que pronombres se siente más cómoda. "Con ella, por concordancia con Samantha", responde. Juntos han tratado de analizar una sociedad heteronormativa que oprime a los que, para la cantante, no tienen hueco. Juntos reflexionan e, incluso, Samantha se atreve a afirmar que, actualmente y como sociedad, "todo está mal".

Han visto de nuevo el vídeo con el que Samantha Hudson saltó a la fama. Con 'Maricón' reivindica, de forma provocativa, el derecho a ser gay y participar de la Iglesia. Era el resultado uno de sus trabajos de clase de la asignatura de Cultura Audiovisual. Consiguió un sobresaliente, pero también la campaña de marketing perfecta. "Estaba en todos los periódicos. Ya había hecho lo más difícil así que yo solo tenía que continuar", expone a Risto. Y eso hizo. Siguió trabajando en Samantha Hudson, sus looks, sus discursos provocativos... "Hay quien me considera una artista multidisciplinar pero creo que es una exageración por lo de artista y por lo de multidisciplinar", asegura. Ella se considera cantante.

Llegados a este punto Risto le ha preguntado abiertamente por los abusos de los que alguna vez ha hablado.

Risto Mejide: Tú en algún momento has hablado de abusos.

Samantha Hudson: Sí.

Risto Mejide: ¿Quieres que hablemos de eso?

Samantha Hudson: Me da igual. ¿Quieres hablar tú de eso?

"Yo no tengo ningún miramiento en hablar sobre esto. Luego mi familia se lleva las manos a la cabeza porque tengo la mala costumbre de no hablar nada con ellos y luego soltarlo en televisión", expone. Samantha apunta que abusaron de ella hasta 15 veces, al menos que recuerde. "No la misma persona", matiza. "A veces eres un adolescente que se ha criado en Magaluz, que es un sitio con un ambiente, y si no sabes gestionarlo, te puede pasar factura".

"Acabas de descubrir tu sexualidad, te has denominado 'maricón' y lo llevas con orgullo. Así que dices: 'Voy a hacer cosas de gays'", recuerda. Samantha quería ligar con chicos, pero asegura que cayó en lo que denomina como "dinámicas un poco turbias". "Me di cuenta de que para ligar, que era mi objetivo mundial de adolescente cándida e inocente, me resultaba más fácil hacerlo con hombres mayores. Para ellos, yo resultaba un caramelo. Tenía 16 o 17 años y me quitaba años. Decía que tenía entre 13 y 15", recuerda.

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Samantha confiesa que las relaciones fueron consentidas

Matiza. Las relaciones fueron consentidas "porque yo quería": "No fue una violación, pero sí que fue un abuso". Relata que en varias ocasiones regresaba a casa llorando, triste y sin saber por qué. "Si había hecho algo que me apetecía o eso creía. Con el tiempo te das cuenta de que no has sabido ver lo que estaba pasando. Eres una persona que no tiene los gustos sexuales consolidadas y que la pareja sexual con la que estás compartiendo ese momento sí es un adulto con una conciencia. Unos adultos que, lejos de fomentar un diálogo y un consenso, lo que hacían era aprovecharse de una situación injusta. Ejercer un abuso de poder", expone.

"Yo de ahí no saqué ningún tipo de placer", expone. "Terminaban, normalmente en mi boca, me pegaban un empujón. Me caía a la arena y se iban. Así fueron mis primeras experiencias y a mucha gente del colectivo", añade. Las edades de estos hombres estaban comprendidas entre 35 y 70 años. Es decir, la diferencia de edad mínima era de 14 años. "En muchos sitios, después de contarlo, me han reprochado que es algo que yo me había buscado. Todo porque lo cuento con gracia porque no es un drama para mí", relata.

Para ser una víctima, según Samantha, hay que demostrarlo: "Y llorar". "Creo que es hora de que la gente entienda que decir que 'sí' no siempre significa 'sí'. Lo puedes decir porque tengas miedo o porque estés coaccionada. Lo que prima es el deseo", concluye. "Si no hay deseo, desde luego...", responde Risto antes de dar la conversación por zanjada.