Han vuelto a aparecer de la mano, sonrientes, encantados el uno con el otro. Toni Cantó ha encontrado el amor en una experta en Marketing, con la que, además, comparte pasión por el teatro. Ella es Lourdes Verger, y se ha convertido en su mejor compañera de vida.

A pesar de llevar algo más de un año juntos, la pareja está de lo más consolida. Las apariciones en público de manera oficial se llevan produciendo desde principios de año en eventos relacionados con el cine y la cultura. Un estreno por aquí, unos premios por allá y sin olvidarnos del concierto de Paul McCartney, al que también acudieron juntos. Pero han sido estas dos últimas semanas cuando más lo hemos visto prodigarse en los photocalls. Hace unos días no se perdían la premiere de ‘Que Dios nos perdone’ y ahora le ha tocado el turno a ‘100 metros’, la película en la que vuelven a coincidir Dani Rovira y Karra Elejalde.

Lourdes, o Lulú, como parece que la llaman sus amigos, es una publicista que adora todo lo que tiene que ver con construir marcas, o, en su propio argot, ‘branding’. Darles identidad y que todos evoquemos en nuestras cabezas los conceptos correctos cuando escuchamos el nombre de la susodicha empresa.

Se define como una “life hunter”, una cazadora de vida, por lo que se trata de alguien aventurero y que aprovecha cada instante que se le brinda. Se considera una “antropóloga” en ciernes e isleña de corazón, además adora la comida y, como ya hemos dicho antes, también es actriz. De hecho, ha compartido escenario con su chico. Hace unos meses se subió al Teatro Romano de Mérida para interpretar ‘Aquiles, el hombre’, una de las grandes oportunidades de su vida.

Verger es una mujer única y de lo más divertida, pues así cuenta una de sus anécdotas preferidas, en su Primera Comunión: “Ya mi comunión fue, nada convencional. En un auténtico poblado vaquero fuimos asaltados por los indios. Me raptaron y llevaron más allá de las colinas a galope, retando a muerte, en medio del pueblo, a quién osara acercarse a ellos. Los vaqueros se organizaron, atacaron y me recuperaron. Todo bajo la atónita mirada de los invitados repartidos por el poblado, cantina, iglesia... La fiesta a nuestro regreso fue de cancán, barra libre, y espectáculos con fuego. Yo presidía junto una águila imperial, de gustando arroç brut y con un sombrero mexicano. Por supuesto, no quise ir con el típico vestido largo blanco de comunión”. Ahora todos estamos tan locos por Lourdes como Toni.