La presión de estar en Operación triunfo pudimos comprobarla el mismo día de la gala. Quitando los más que evidentes fallos de sonido, los concursantes mostraron las consecuencias de dejarse llevar por los nervios. Se les fue el tono -o semitono-, lanzaron algún que otro gallo y se olvidaron de la letra. ¡Normal! Tienen veintipocos y mucha gente pendiente de cada uno de sus movimientos. Pero, claro, lo verdaderamente preocupante es que esos nervios les obliguen a tirar la toalla antes de lo que deberían...
Acaba de comenzar y ya tenemos un intento de abandono. ¿Hay algo más típico en los realities? Una cosa es verlo desde casa y otra muy distinta decirle adiós a tus familiares y seres queridos y encerrarte en una Academia con desconocidos durante varios meses. Por muy buen rollo que haya, es lógico que les entren dudas. El primer impulso es coger las cosas y largarte a casa, pero hay que intentar superarlo.
Esto es lo que le ha pasado a Juan Antonio. El cantante no puede más con la presión y la ansiedad y ya ha dejado caer que está valorando lo de volver a casa. “No quiero ser ya cantante”, le explicaba a la recepcionista de la Academia. “Me esta dando ansiedad. Estoy agobiado”. El visionado de la primera de las galas fue un mazazo para el joven, que se comenzó a replantear la idea de dedicarse a la música.
“Si existiera la policía musical, estarías en Soto del Real”, le dijo Manu Guix tras ver la actuación que Juan Antonio hizo en la gala. Se le fue el tono y acabo destrozando un poco la canción -con todo, no fue el peor de todos-. Demasiada presión para alguien de 23 años que acaba de cambiar su vida rutinaria por las exigencias de OT. ¿Conseguirá reponerse y sacar fuerzas? Estamos convencidos.