El actor Arturo Fernández ha fallecido en la madrugada del 4 de julio, a los 90 años de edad y, aunque siempre había presumido de tener una salud portentosa que le permitió estar en activo hasta este mismo año, sí había tenido varios sustos, el más reciente hace escasos días, que le llevó a estar hospitalizado.

Arturo, el asturiano de oro, el chatín de todos, se ha marchado como siempre deseó: trabajando sin parar y fiel a su profesión, a la que tanto amaba. Su función Alta Seducción le había llevado por toda la geografía española y hasta hace escasas semanas el anuncio de la misma, en televisión, era constante. Esto no hacía más que evidenciar la buena forma física en la que se encontraba y que el público seguía reclamando verle sobre las tablas del escenario. Fue la audiencia quien no le permitió que se jubilara, y eso, para un hombre con un ego como el suyo era como beber directamente de la mismísima fuente de la eterna juventud.

Ha sido su querida Carmen quien ha dado la noticia de su defunción. Su pareja durante tres décadas ha estado con él desde que fue hospitalizado hace unos días debido a unas molestias estomacales. No era la primera vez este año. El intérprete había tenido que ser ingresado en otras ocasiones debido a problemas digestivos. Además, también sufrió una aparatosa caía que le repercutió en una de sus piernas que acabó fracturada.

Coqueto, vivaracho y seductor empedernido, ofrecía consejos sobre cómo se mantenía en forma a todo aquel que quería escucharle. Adoraba verse guapo y para él, la edad sí que fue solo un número. Jamás le acercó al fin, sino al principio. Se sentía como un niño, como un novato de la profesión que encaraba con la misma ilusión y mismo deseo cada reto y cada meta profesional. Eso, afirmaba, le hacía estar joven.

Fernández ha cumplido lo que siempre deseó para sí mismo: que los aplausos del público jamás se acabaran. Que la audiencia no le jubilara y, hasta el final, han querido más de él. Y él, como el galán que era, encantado de entregarse y sentirse querido. Fue, es y será el amado.