Sorpresa en Almagro. Los Príncipes de Asturias, acompañados de sus hijas, se dejaron ver por Almagro, degustaron su gastronomía y, por supuesto, asistieron a una representación teatral que explica, para niños y mayores, cómo era el teatro en el Siglo de Oro.
Almagro (Ciudad Real) está a una hora escasa en coche desde Madrid y ese fue el destino de la excursión que hicieron el pasado sábado. Don Felipe, al volante de su coche, llevó a su familia a conocer esta población y, de paso, a comprobar cómo, en estos tiempos difíciles para la familia real, ellos siguen gozando del cariño de los ciudadanos.
Tras pasear por el centro del pueblo, los Príncipes y sus hijas se sentaron en la terraza del bar El Gordo, en donde degustaron un mosto típico de la región para los padres y unos refrescos para las niñas. El dueño del local, Domingo Serrano, les invitó a la consumición, pues, según dijo: “No siempre uno tiene a la realeza en su casa”. Incluso les instó a tomar un aperitivo, pero la función en el Corral de Comedias estaba a punto de empezar. En el bello edificio, donde ya se representaban obras en el siglo XVII, está situado en la Plaza Mayor y fue construido en 1629. Los Príncipes y sus hijas, mezclados entre el público, siguieron una función en la que se recrea la historia del Corral y del teatro.
Tras la función, los Príncipes y sus hijas se fotografiaron con los actores y se fueron a comer al Parador de Almagro, un antiguo convento construido en 1596. El restaurante del Parador ofrece el tradicional recetario manchego en el que se encuentran el típico pisto manchego, las migas, el mojete, el tiznao y el sabroso pollo a la pepitoria que hizo las delicias de los Príncipes y sus hijas, quienes tras el almuerzo regresaron a Madrid recibiendo de nuevo, antes de salir de Almagro, las muestras de afecto de visitantes y autóctonos.
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