Las confesiones de Raphael a Susanna Griso

Susanna y Raphael hablan en su despacho. "La disciplina que tengo me la he puesto yo mismo. No he sido otra cosa en mi vida que Raphael". "¿Veré a Natalia?", preguntó Susanna. "Natalia tiene tres hijos y siete niños. Bueno, ellos viven en sus casas, pero vienen mucho. La palabra abuelo no me gusta, pero ejerzo de ello. Mis nietos me llaman Raphael". Poco se conoce al Raphael doméstico. "Mi vida personal es mi vida y creo que a la gente le gusta que sea así. Quizá mi misterio es que no tengo misterio". Y sobre la tan cacareada rivalidad con su coetáneo Julio Iglesias, Raphael lo negó. "Nunca hubo rivalidad con Julio Iglesias. Hay compañeros de mi generación que se extrañan de que aún esté en activo. El día que me levante y decida que se acabó, llamaré a mi representante para decirle que me quedo en casa".

"No creo que el cine esté en deuda conmigo. Hice 'Mi gran noche' porque me divertía la idea y me encanta Alex de la Iglesia", explicó Raphael.

Tantos años sobre el escenario, con unas fans fieles que lo siguen en todo el mundo, a Raphael se le podría haber ido la cabeza hace muchos años. Pero eso no ha pasado. "Creo que soy buena persona. Y Natalia se enamoró de mí, no del ídolo de la canción. Cuando cierro la puerta del camerino, eso se acabó. Porque si no, no habría persona que lo aguantara".

Lleva 55 años sobre los escenarios y todavía tiene sueños por cumplir: "Tengo mucho por hacer. No me dará tiempo a hacerlo todo. Cuando me encuentre lo que me tiene que encontrar, seguro que me pillará haciendo algo".

Afirmó Raphael que nunca le gustó escucharse, aunque le encanta la música y oye música de todo tipo: "Elvis o Shirley Bassey, que para mí es lo más. Sin embargo, en la época en que estaba enfermo, empecé a escucharme y a ver cómo cantaba. Eso me llevó a que, cuando reaparecí en el teatro de la Zarzuela tras la operación, volví a cantar a la manera de antes, de más a mis principios: más sosegado, más tranquilo. Salgo al escenario pisando fuerte. Esos segundos que hay desde que salgo de bambalinas hasta el escenario debe ser lo más parecido a caminar hacia la gloria", explicó.

La canción 'Volveré a nacer' tiene mucho que ver con su madre: "Manuel Alejandro es un compositor que ha escrito mi vida antes de que las cosas me pasaran. Mi madre tenía una personalidad especial. Cada vez me parezco más a ella".

Y, lógicamente, en su vida hay un antes y un después de su trasplante de hígado: "Con el trasplante... Mira, el ser mayor te hace tener sabiduría, pero no tienes las mismas facultades. Pero esto es como si me hubieran puesto un motor nuevo. Estos trece años 'después de...' los recuerdo como los mejores de mi vida".

Su problema en el hígado, lo que motivó que tuviera que ser trasplantado, lo causó el alcohol de los minibares de los hoteles. Tras el trasplante, ese hábito lo abandonó por completo: "Tomo mucha manzanilla. ¿Por qué? Porque me gusta. Además, como no puedo tomar ginebra...", bromeó. "No bebo no porque no quiera o no pueda, sino porque no debo. Y soy muy obediente en esas cosas. Brindo, pero no bebo nada. Por salud".

Raphael admitió que le gusta leer los horóscopos. Es Tauro. "Pero has de mirar siempre el mismo, eh". No es supersticioso: "No. Soy andaluz, pero me gusta el martes y 13, las flores amarillas... No creo en eso para nada. Soy tremendamente andaluz, pero en ciertas cosas soy medio alemán. Muy cuadrado. ¿Si me importa el qué dirán? No. Ni he robado ni he matado a nadie, no sé porqué me tendría que preocupar". Afirmó que nunca jugó a la ambigüedad: "Jamás he sido ambiguo. El que quiera ver que sí, allá él. Hace muchos años paré un concierto en Tarragona porque en aquella época todas las mujeres que se dedicaban a esto eran unas 'P' y los hombres unos mariquitas. Allí, me gritaron eso y yo paré el concierto, bajé del escenario, me di una vuelta y luego, cuando volví al escenario dije: "ya me parecía a mí que había oído mal". Pero eso se ha acabado, afortunadamente".

Sus relaciones con la prensa son y han sido buenas, de respeto. "Mi hijo Jacobo, con cuatro años, me dijo: "no quiero salir más". Y tenía razón. Yo me lo llevaba a todas partes, porque estaba muy orgulloso de él y de mi niña... Pero no hizo falta más. Desde aquel día ya no lo saqué más y ha sido lo mejor para ellos y para mí, porque así los focos se han centralizado en mi carrera".

Natalia Figueroa, su esposa, es su gran pasión. "Es más que eso, es una forma de vida, es mi compañera, una viajera, una madre incansable. ¿Si nuestro amor está cocinando a fuego lento? Buena frase, pero en nuestro caso debo decir que aún está cociéndose". Tuvo amores, novias y sexo sin amor. "Pero cuando me casé, ya no tuve más aventuras de esas".