Agresivos, controladores, dominantes, egoístas… pero no malos. Así es como ve Jero García a los chavales que necesitan de su ayuda aunque ellos mismos no lo sepan. Sus padres viven situaciones de violencia casi infernal y, no sólo ellos son las víctimas. El triple campeón de España de boxeo, kick boxing y full contact se convertirá en su 'Hermano Mayor'.

Comienza la octava temporada de este programa que para García tiene una labor solidaria ineludible en la sociedad contemporánea y en el que puede hacer, en tiempo express, terapias de choque para las que en su Fundación, que creó con este mismo objetivo solidario, dedica años. Jero nunca fue un chico problemático, le ayudaron cuando no tenía nada y eso a él nunca se le ha olvidado, conoció muy de cerca la desafección de los jóvenes en los barrios periféricos y ese es su caballo de batalla: darles un objetivo, un faro en la niebla para que consigan sus sueños.

Jero, ¿qué vamos a ver en esta nueva temporada?
Una continuación de mi trabajo diario. Yo llevo quince años trabajando con chavales en riesgo de exclusión social y la novedad es que nunca lo había hecho a nivel audiovisual. Por lo demás, es lo mismo. Con el mismo entusiasmo, las mismas ganas y la misma ilusión.

¿Vamos a saber de ti también?
También, también. Saldrán cosas mías, como la música que escucho constantemente en el coche…

¿Heavy?
Te lo doy en exclusiva: me gustan Los Chichos Maiden (risas)

Oye,¿ tu historia es como la de uno de los chicos que vas a ayudar? ¿Has sido un chaval descarriado que encuentra su camino?
Yo nunca me he considerado un chico descarriado. Me considero un superviviente. Crecí en un barrio, en los 80 (soy más viejo que el hilo negro), en la zona periférica de Madrid, el sur, que en esa época era bastante complicada, con mucha delincuencia. Si logras salir de todo eso, al final, eres un superviviente. Afortunadamente, no he tenido capítulos complicados en mi vida, pero los he visto, muy de cerca. Yo solo tenía un vicio en mi vida: el deporte. Siempre me he abrigado en el deporte. Para lo bueno y para lo malo. Empecé con el fútbol. A los 18 años, jugaba en preferente. Y eso lo compaginaba con las artes marciales, así que no tenía tiempo para nada más. Entrenaba cuatro días a la semana y después de entrenar, gimnasio.

Aguado, tu predecesor en 'Hermano Mayor' también era un deportista y, sin embargo, se perdió.
A mí no me dio tiempo. No te voy a engañar. Pero lo he vivido cerca. Lo que pasa, es que si quería boxear, si quería competir, no podía desconcentrarme, era algo que me entró en la cabeza y de la que no me podía olvidar. Han pasado años desde aquellos años 80, pero no sé si los motivos d exclusión de los jóvenes siguen siendo los mismos o por el contrario, te sorprendes de lo que ocurre ahora. Todo caso problemático sorprende. Si dejara de sorprenderme no sé… La diferencia de las terapias que utilizo en la Fundación o en el gimnasio a las que usamos en el programa es que, allí, son a medio y largo plazo y aquí todas están más concentraditas. Digamos que lo tenemos todo más apretadito. Y quizás reconforta mucho más porque en poco tiempo, obtienes resultados y eso es genial. Pero sorprenderme, siempre. Me sorprendo porque me preocupan los problemas de los demás.

¿Y miedo? ¿A veces no temes por tu integridad física? Que se les escape un bofetón…
Sin que suene a tópico: yo tengo miedo al miedo. Siempre voy a tener miedo. De todo. Y sobre todo cuando tengo responsabilidad. En estos casos, me siento muy responsable porque voy a ayudar a alguien. Tengo miedo a no hacerlo bien. Pero ¿miedo físico? Estos chicos no son malos. Te puedo decir, sin darte el nombre del chaval, una cosa que me dijo y que me pone la piel de gallina: “me di cuenta el primer día que te ví que te jugabas la vida por mí”. Eso es lo que quiero que piensen todos los chavales a los que ayudo. Yo soy así.

¿El que estos chavales tengan una cámara delante hace que su violencia se incentive como exhibicionismo o que se cohíban y no sean como realmente son con sus familiares?
¿Tú has visto que nos está grabando una cámara? No ¿a que no te acordabas? Ellos, a los diez minutos, también se olvidan. Son ellos. Tal cual.

¿Cuáles son tus armas para ganártelos?
No sé si soy la persona más adecuada para decírtelo. Mis ganas. Mi ilusión por ayudarles y por querer hacer el bien. Es lo único que te puedo decir. Que tengo empatía con ellos. Que parezco uno más de ellos. Que llevo haciéndolo muchos años. Que tengo eso rollo de colegueo que les mola. Pero que también tengo un rollo de sargento de hierro que no pueden obviar. Yo me enfado y cuando me enfado, me enfado de verdad. Soy así para lo bueno y lo malo.

¿Y alguna vez has pensado: Esto no lo consigo, con este chico voy a fracasar?
No, nunca. Creo que es algo de disposición. Yo no me creo que no pueda ayudar a nadie. Por mínimo que les ayude, y eso no se puede cuantificar, pero por poco que sea, es bueno para ellos.

¿Y encontrarte con un chico que sí que se haya rendido antes de empezar? ¿Que te haya dicho a ti: No. No quiero cambiar?
Tampoco.

De todas maneras, Jero, hay algo que no he entendido. ¿Cuándo en tu historia pasas de ser un campeón de España a decir: yo me voy a dedicar a los chicos problemáticos?
Esto es la punta de la pirámide. Yo, cuando empiezo a dar clases de boxeo, es para pagarme la gasolina para poder ir a entrenar yo. Yo no tenía dinero. Ahora, podemos hablar de programas de televisión, pero ha habido meses en que yo no tenía para comer. Que no tenía para pagar la luz. Yo he llegado a pelear con una mano rota porque necesitaba el dinero. Y le tengo que dar gracias a mi mujer y a mi hija porque estuvieron conmigo siempre… A ver, yo sentí que tenía que ayudar porque a mi la gente me ha ayudado. A mi me ayudaron cuando vivía en el Barrio del Tercio Terol que, cómo sería, que lo llamaban Tercio Terror, Y yo vi lo que hicieron conmigo, los esfuerzos que se hacían para evitar el ghetto. Cómo me daban chavales para que yo les cuidara cuando yo era un pintas de pelos largos, y lo que hacían conmigo era darme una responsabilidad cuando yo nunca había tenido ninguna. Me estaban creando como persona. Eso se me fue metiendo en la conciencia y cuando yo pude, monté mi Fundación para hacer lo mismo. El camino del esfuerzo nunca es atractivo.

¿Qué les dices a los chicos para que se motiven y cambien?
Para que el sacrificio sea atractivo… No digo. Hago. Las palabras se las lleva el viento.

¿Y qué es lo que haces?
Les enseño a ver que lo que hace está mal. Eso es lo más importante porque ellos ya no saben que lo que están haciendo está mal. Se lo intento hacer ver. Y después, les doy un objetivo, un faro en la niebla, un punto a donde ir. No es un fallo de los adolescentes, en realidad, es un problema que tenemos todos, que muchas veces, no tenemos objetivos, que estamos en una balsa en el agua y no sabemos dónde está la isla.

Es evidente que llevas años dedicándote a estos jóvenes, incluso más que tu predecesor en tu programa, ¿por qué crees que él hizo aquellas declaraciones sobre que no te estaba yendo demasiado bien?
No sé. Yo no entro en esas cosas. Estoy en un programa de ayuda y eso es lo que me preocupa. Lo que ha habido antes, me da igual. Lo que hay ahora me preocupa y, en el futuro, sólo espero que si no estoy yo, que haya alguien al frente de este formato porque es necesario.

¿Tú como vives los conflictos? ¿Te vamos a ver llorar?
Puede ser (risas). Aunque tenga cara de mal y tal, soy muy emocional.