Mucho se ha especulado acerca del tercer grado que le esperaba de forma inminente a la cantante Isabel Pantoja. De hecho, se las prometía ya muy felices, pues se suponía que podría salir en febrero, habiendo cumplido poco más de dos meses de encierro, tras su ingreso en la prisión de Alcalá de Guadaíra a finales de noviembre. 

 

Su abogado había pedido a Instituciones Penitenciarias que revisara su caso, y aceptaron. Sin embargo, las ansias de libertad de la tonadillera se han visto truncadas, porque sigue sin cumplir todos los requisitos para que se le pueda aplicar el tercer grado. Principalmente, no ha cumplido el tercio de la condena y no ha pagado aún la multa, dos variables imprescindibles para poder disfrutar de ese régimen penitenciario. Asimismo, cuenta y mucho como agravante que el suyo es un delito directamente relacionado con un caso de corrupción, concretamente, el 'caso Malaya', uno de los más graves de corrupción urbanística y blanqueo de dinero que ha azotado nuestro país desde el ayuntamiento de Marbella.

 

En el mes de marzo, podrá volver a revisar su expediente pero, en el caso de que todo siga su curso, Isabel tendrá que esperar varios meses más, hasta mayo, para recibir su primer permiso.

 

Si no fuera ya suficiente adversidad, el tiempo se agota y corre con una velocidad vertiginosa, y en su contra, para conseguir la cantidad necesaria para hacer frente al segundo pago acordado por la Audiencia Provincial de Málaga. El plazo cumple en unos días y el desasosiego se puede palpar entre sus allegados, ya que aseguran que "no hay suficiente dinero para pagar el millón de euros que le queda por satisfacer".  

 

Esta noticia ha dejado a Pantoja muy desmoralizada y, además, con sus hijos lejos, pues Kiko se encuentra viviendo su particular encierro en la casa de Guadalix, y Chabelita se ha trasladado a Londres, se ha encontrado con que no tiene a su lado a las personas de las que más apoyo y energía debería estar recibiendo.