‘Cámbiame’ se convirtió el lunes 23 en un ‘Sálvame Deluxe’. La protagonista de la tarde, con permiso del grupo de las ‘Alegres Divorciadas’ que fueron transformadas, fue Cristina Rodríguez. La estilista se abrió como nunca antes para desvelar un detalle de su pasado: su boda, cuando solo tenía 22 años, y su posterior divorcio tras 12 años de matrimonio.

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“Me casé en el 94, tenía 22 años. Para mí fue un día maravilloso”, contaba a Carlota Corredera, que sacó todas sus armas periodísticas. En el pantallón del plató, las fotos del día. Cristina vistió el look nupcial más original de cuantos hemos visto. Una mezcla entre Paco Rabanne con Versace. Su vestido estaba compuesto por un sujetador de malla metálica, con cadenas doradas y flores, y falda plateada. Era la princesa Leia (cuando la tiene presa Jabba) versión ‘flower power’. “Mi ex marido es un tipo maravilloso que encajó de maravilla ese look. Yo tuve un vestido sorpresa. No sabía nada de cómo iba a ser hasta el mismo día de la boda”, contaba con divertida.

Cristina reconoce que no escuchó los consejos de su madre que le decía “no te cases, hija. Tu marido es maravilloso pero tú tienes que volar”. “Era muy cabezota, disciplinada, pero si ahora escucho poco, antes escuchaba menos”, narraba. Y, como las madres rara vez se equivocan, la de Cristina tuvo razón. No era el momento de comprometerse a una persona. “Siempre he pensado que si yo hubiera conocido al que fue mi marido 10 años después, a lo mejor ahora estaríamos casados. Muchas veces no es la persona que escoges, sino cuándo la escoges”.

El desgaste de la relación empezó cuando ella trabajaba en Madrid y su pareja estaba en Barcelona, “cada vez estábamos más lejos el uno del otro”. En sentido literal, y en sentido figurado. “Me pasé como tres años diciéndole a mi exmarido ‘esto no va bien’, ‘yo no te doy nada’, ‘no soy una buena mujer’, porque creo que no lo era (se emociona), él si era un buen marido y yo no era una buena mujer”.

“Nos enseñan que el divorcio es un fracaso, y yo digo que si has pasado 12 de años de tu vida con alguien no es ningún fracaso”. Claro que no, es una experiencia más que nos ayuda a reconducir nuestras vidas, a ser valientes y a descubrir qué queremos realmente o quiénes somos. Nada es un fracaso, todo ayuda a crecer.