Carlota María Pomelina Casiraghi es uno de los rostros más conocidos del panorama royal. Hija de Carolina de Mónaco y Stéfano Casiraghi, su figura fue pública desde el mismo momento en que nació el 3 de agosto de 1986 en el Hospital Princesa Gracia, en el Principado de Mónaco. Se convirtió en la undécima en la línea de sucesión al trono y fue la segunda nieta de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly.
Un contexto que hizo que la información sobre la vida de la joven sea extensa. Su boda con Dimitri Rassam fue pública, así como su reciente separaci��n. También se ha hablado de la relación con su madre, Carolina de Mónaco, que se ha cuestionado mucho por el distanciamiento que parece haber entre ellas. Además, se conocen todos los planes con sus hijos Raphaël, fruto de su relación con Gad Elmaleh, y Balthazar, hijo de Rassam.
Año tras año han salido a la luz detalles desconocidos de Carlota, como que sus abuelos paternos le regalaron una pequeña isla en Cerdeña cuando cumplió cinco años, que estudió un grado de Filosofía en la Universidad de Sorbona en París, que le encantan los deportes acuáticos como a su progenitor o que trabajó como becaria en el periódico 'The Independent'.
Y es que, a pesar de formar parte de una de las Casas Reales más llamativas y populares, Carlota siempre ha disfrutado de una buenísima relación con la prensa. Ha concedido entrevistas hablando de detalles privados de su familia y se ha mostrado muy cercana. Ahora, ha ido un paso más allá y ha escrito una columna para el diario 'Madame Figaro' en la que ha reflexionado sobre la vida y la forma de abordar las situaciones que nos tocan vivir.
Carlota Casiraghi se sincera
La reflexión que ha compartido Carlota Casiraghi en dicha columna demuestra porque es la presidenta de los encuentros Filosóficos de Mónaco. La sobrina de Estefanía de Mónaco, que conoce de cerca la frivolidad y lo superficial, ha pensado sobre el concepto de la verdad. Una cualidad que escasea en estos tiempos. "Ciertamente, debemos aferrarnos a la verdad, buscarla y garantizarla, porque nos protege de la divagación y el extravío, nos impide perdernos en la noche donde todas las opiniones son iguales y todos los gatos son grises", ha escrito Carlota.
Eso sí, la nieta de Grace Kelly pide que tengamos cuidado a la hora de hacer uso de la verdad. "Pero eso no es razón para convertirla en un ídolo, cuya voz estentórea silenciaría a todos los demás y no indicaría otros caminos que el suyo", señala antes de continuar: "Le debemos respeto, pero ella misma debe merecer respeto al expresarse. No es que debamos envolverla en algodón para suavizar su aspereza ni diluirla. Debe posar y afirmarse con delicadeza".
GTRES
Otro concepto del que ha querido meditar es la ternura que "quizás se ocupe precisamente de no convertir la fragilidad en una debilidad, sino de comprenderla en toda su complejidad, evitando la simplificación excesiva y la caricatura". Para ella, "tener consideración, estar atento, actuar con tacto y delicadeza no significa descuidar constantemente una sensibilidad considerada demasiado frágil, ni abstenerse, por miedo a ofender, de decir o actuar".
De nuevo, Carlota insiste en que esa expresión de la verdad se tiene que usar con prudencia. "Se trata, sobre todo, de tener en cuenta la historia, el contexto, las circunstancias, los mil matices de la sensibilidad y la inteligencia, la multitud de parámetros que rodean el derecho a decir la verdad y el deber de escucharla", cuenta.
Unas declaraciones que defienden "considerar la compleja trama de la que está hecha toda existencia, en constante cambio, en perpetuo movimiento". No se queda ahí, sino que indica que "a veces creemos que la lucidez lo justifica todo, que basta con tener razón, hablar, decidir y dar el golpe sobre la mesa. Pero recibir verdades todo el día sin delicadeza puede conducir no solo al daño, sino a la aniquilación".
La exposición de Carlota Casiraghi
En este sentido, Carlota ha hecho referencia a la gran exposición mediática que ha experimentado a lo largo de su vida por ser parte de la Corona monegasca. "Decir o mostrar la verdad brutalmente, sin tomar las cosas en detalle, sin reservas, sin consideración por el otro, puede convertirse en una violencia que la exigencia de verdad no justifica. Hay seres, situaciones y cosas que solo se pueden tocar si son delicados y se abordan con delicadeza", ha afirmado.
Y para conseguir esa delicadeza está la filosofía. "Quizás la filosofía participe de este aprendizaje de la delicadeza, y de la ética de la consideración que conlleva, prestando especial atención a las palabras y sus matices, intentando así captar la complejidad y la fragilidad de lo humano, sin intentar forzar las cosas ni usar la verdad como arma", ha dicho en ese artículo.
"Pero ¿acaso todo tiene que ser delicado? Lo que viola la sensibilidad sin consideración ni reservas a veces es necesario para estar en armonía inmediata con la verdad. También es virtuoso enfrentarse a uno mismo, verdades que uno no quiere ver.", ha zanjado. Unas reflexiones que nos han permitido acercarnos un poco más al pensamiento interior de Carlota.