“Voy a contaros una historia sobre mí”, arranca la actriz Beatriz Rico, sincerándose con todos aquellos que quieran escuchar su visión de lo que le ha pasado. “Hace varios años empecé a obsesionarme con los entrenamientos y la musculación”, y ahí fue donde arrancó su infierno.

“Cuando entras en esta dinámica no te parece mal, al fin y al cabo el deporte está bien visto. Lo malo empieza cuando pasas de las proteínas post-entrenamiento a cosas “diferentes” con tal de rendir/aumentar músculo”, cuenta. En su caso, fueron píldoras de creatina que, tal y como ella explica, lo que hacen es hinchar el músculo con agua, "es algo estético”. Estas pastillas las combinaba con los clásicos batidos protéicos y con BCAA (aminoácidos ramificados que proporcionan energía al músculo y evitan la fatiga).

La que fue profesora de danza contemporánea en ‘Un paso adelante’ considera que estaba “obsesionada” y que no escuchaba las recomendaciones de su entorno, ni “razonaba”. “Hace varias semanas empecé a notar que engordaba. Dos tallas más de pantalón, un abdomen que no reconocía… ¿Qué hice? Dieta salvaje. Cenar infusiones. Comprar píldoras que te sacian de fibra”. Ese fue el punto de inflexión en el que su estado de salud empezó a torcerse. Matándose de hambre y continuando con los entrenamientos, la actriz empezó a sentirse muy débil y de malísimo humor, llegó un punto en el que no se reconocía y decidió hacer lo que debió haber hecho mucho tiempo atrás: “Miré mi bolsa de deporte cargada de pildoritas y polvos solubles milagrosos. Fui a ver al médico deportivo. La creatina te hincha artificialmente el músculo de agua. Todo nuestro cuerpo está formado por músculo, ergo... lo que haces es retener agua, inflarte”.

Reconoce haber sufrido mucho, pero ahora está de lo más orgullosa por haber acabado con su adicción. “Hoy ha sido mi último día como adicta a la creatina. ¡Fin del infierno! (…) Me felicito por haber sido valiente y contarlo”.