Adiós calor y playas masificadas: El pueblo marinero de Galicia de calles empedradas y un mar precioso en el que veranean Cristina Pedroche y Dabiz Muñoz

Donde la tradición, el mar y la creatividad culinaria conquistan a los grandes de la gastronomía. Está en la costa de Pontevedra y es de flechazo

Gustavo Egusquiza
Gustavo Egusquiza

Periodista especializado en viajes

David Muñoz
Instagram @dabizdiverxo

En la costa de Pontevedra, entre la brisa salina y las calles empedradas, se esconde Combarro, una aldea gallega que ha enamorado a chefs de renombre como Dabiz Muñoz y Cristina Pedroche. Este pequeño pueblo marinero, con su arquitectura única y su vibrante cultura gastronómica es mucho más que un destino turístico: un laboratorio de sabores y tradiciones que inspira a los grandes de la cocina española.

Aquí, los ingredientes autóctonos y las recetas ancestrales conviven con la creatividad, convirtiendo cada visita en una experiencia sensorial inolvidable.

Historia: Raíces milenarias entre el mar y la tierra

Combarro presume de una historia que se remonta a la Edad del Bronce, con vestigios de antiguos castros celtas y huellas de la romanización gallega. Su ubicación estratégica junto a la ría de Pontevedra lo convirtió en un enclave de comercio marítimo desde la época romana, cuando era punto de paso para marineros y comerciantes.  

Combarro Galicia
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Combarro Galicia
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Durante la Edad Media, el pueblo floreció como puerto pesquero y agrícola, desarrollando una estructura urbana que aún hoy se conserva casi intacta. La influencia de órdenes religiosas como el Císter en el siglo XII impulsó la agricultura y la producción artesanal, mientras que su inclusión en rutas secundarias del Camino de Santiago atrajo a peregrinos y viajeros, enriqueciendo la identidad local.

El auge comercial de los siglos XVI y XVII consolidó a Combarro como un referente en la exportación de pescado y mariscos, mientras que la construcción de los emblemáticos hórreos y cruceiros marcó el paisaje con una arquitectura inconfundible. 

Qué ver y hacer: Paseos, arte y mar

Pasear por Combarro es sumergirse en un museo al aire libre. Sus calles estrechas y empedradas serpentean entre casas marineras de granito, muchas con balcones coloridos pintados con los restos de pintura de los barcos, creando una estampa vibrante y auténtica. Los hórreos —graneros elevados sobre pilares— se alinean a lo largo de la costa, formando una de las imágenes más icónicas de Galicia. Más de 60 hórreos y numerosos cruceiros de granito, algunos del siglo XVIII, salpican el paisaje como guardianes de la tradición.

La iglesia parroquial de San Roque y la capilla de la Virgen del Carmen, ambas del siglo XVIII, son paradas imprescindibles para los amantes del arte y la historia.  En el puerto, las pequeñas embarcaciones y las tabernas marineras invitan a saborear el ambiente local. No hay que perderse el atardecer desde la Praza da Fonte, donde el granito y el mar se funden en una postal única.

Combarro en Galicia
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Combarro Galicia
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Para los más activos, las rutas de senderismo por la costa y excursiones en barco por la ría ofrecen perspectivas inigualables del entorno natural. Los talleres de artesanía y las tiendas de productos locales permiten llevarse un pedazo de Combarro en forma de cerámica, encaje o conservas.

Gastronomía: El paraíso de los sabores atlánticos

La cocina de Combarro es un homenaje al mar y a la tierra gallega. Aquí, chefs como Dabiz Muñoz encuentran inspiración en productos frescos y recetas centenarias. El pulpo a feira, las almejas a la marinera, el arroz con bogavante y el lacón con grelos son algunos de los platos estrella. El marisco —mejillones, ostras, navajas— se sirve recién recogido, mientras que la empanada gallega y los pimientos de Padrón completan la oferta tradicional.

El secreto está en la calidad de los ingredientes: pescados y mariscos de la ría, patatas gallegas, aceite de oliva virgen y vinos albariños que realzan cada bocado. Los restaurantes y tabernas del puerto, como O Bocoi y Taberna do Mar, ofrecen menús donde tradición y creatividad se dan la mano, conquistando tanto a locales como a visitantes ilustres.

Tradiciones y festividades: Cultura que se vive en la calle

Combarro mantiene vivas sus raíces a través de fiestas y tradiciones que llenan el calendario de color y alegría. El Corpus Christi es especialmente singular: los cruceiros se adornan con flores y los vecinos alfombran las calles con pétalos y hierbas aromáticas, creando un espectáculo visual y olfativo único. Las fiestas de San Roque y la Virgen del Carmen, patronos del pueblo y del mar, reúnen procesiones, música, bailes y regatas, reflejando la devoción y el espíritu festivo de la comunidad.

Durante el verano, ferias de artesanía, muestras gastronómicas y festivales folclóricos animan las plazas, mientras que en invierno, la recogida del mejillón y las celebraciones navideñas mantienen la vida social activa y acogedora.

Atractivos únicos: Un pueblo detenido en el tiempo

Lo que diferencia a Combarro de otros destinos es su capacidad para conservar intacta su esencia marinera y rural. Aquí, el tiempo parece haberse detenido: las casas, los hórreos, los cruceiros y las plazas cuentan historias de siglos, mientras el mar sigue marcando el ritmo de la vida diaria.

Combarro
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La autenticidad de su arquitectura, la hospitalidad de sus gentes y la riqueza de su patrimonio convierten a Combarro en un lugar único, donde cada rincón invita a la contemplación y la inspiración.

Dónde dormir: Alojamientos con sabor local

La oferta de alojamiento en Combarro combina tradición y comodidad. Casas rurales restauradas, como Casa Noelmar y Casa da Fonte, ofrecen habitaciones con encanto y vistas a la ría. El Hotel Combarro, a pocos pasos del centro histórico, destaca por su ambiente familiar y servicios de calidad. Para quienes buscan una experiencia más exclusiva, los apartamentos turísticos junto al puerto permiten disfrutar de la vida local con todas las comodidades.