Grace Kelly, tal y como publicó la revista Lecturas: “Siempre he tratado a mis hijos como personas con su propio criterio. Respeto sus sentimientos y sus aspiraciones"

Criada en una familia pudiente de origen irlandés, en sus primeros años de vida
nadie hubiera dicho que la joven Grace Kelly estuviera destinada a ser uno de los referentes mundiales de elegancia y belleza. Sus tres hermanos a menudo se reían de ella calificándola como “desgarbada” y no se tomaban en serio sus anhelos artísticos. “Les daré una lección”, pensó Grace. Y empezó a urdir su plan para alcanzar el estrellato.

Empezó como modelo

Educada en conventos y colegios privados caros, sorprendió a sus padres cuando dijo que quería ingresar en la Academia Estadounidense de Artes Dramáticas de la ciudad de Nueva York. “Consigue el dinero y está hecho”, le dijeron. Y, sin saberlo, le hicieron un favor. Grace obtuvo sus primeros trabajos como modelo para pagarse la matrícula y en 1947, a la edad de 18 años, ingresó en la escuela.

Tras algunos éxitos importantes en el mundo de la publicidad, –fue imagen de la marca de cigarrillos Old Gold–, en 1951 le dieron su primer papel en el cine. A partir de ahí, inició una carrera fulgurante: en solo cinco años rodó once películas, la segunda de ellas ya como protagonista (el clásico del western ‘Solo ante el peligro’).

Su serena belleza llamó la atención de los productores y un tal Alfred Hitchcock quedó encandilado por su aire frío y distante, convirtiéndola en su musa: juntos harían tres películas. El momento culminante de su carrera le llegó en 1955 al ganar el Oscar por ‘La angustia de vivir’.

Así fue el primer encuentro entre la actriz y el príncipe

Grace visitó el palacio Grimaldi el 6 de mayo de 1955, mientras rodaba en Mónaco la película ‘Atrapa a un ladrón’. El príncipe fue un anfitrión educado y carismático. Cuando Grace le preguntó si no le era cansado deambular por un palacio tan grande, dijo: “Practico mucho deporte... y aunque ahora se me haga grande, algún día me casaré”. “¿Por razón de Estado?”, se interesó Grace. “Ni hablar”, dijo el príncipe, “decidirá el corazón”.

Un tímido fuego empezaba a encenderse entre los dos. Un año después, pasaban por el altar. “Cuando me casé con el príncipe Rainiero, me casé con el hombre y no con lo que representaba. Me enamoré de él sin pensar en nada más”, dijo Grace sobre su flechazo.

Grace Kelly, una madre con las ideas claras

Muy poco tiempo después de su boda con Rainiero, Grace demostró ser una primera dama perfecta. Bajo su dirección, Mónaco se convirtió en una capital de la moda. También de las iniciativas solidarias, en su papel de presidenta de la Cruz Roja. “Soy feminista, creo que las mujeres deberían hacer lo que ellas quieran”, dijo sobre los derechos de la mujer. Unas palabras que contrastaban con otras más conservadoras, cuando dijo: “La emancipación femenina ha hecho perder a las mujeres su misterio”.

Grace era conservadora, pero sabía cambiar de opinión con los tiempos. En 1957, dio a luz a su primera hija, Carolina, a la que luego seguirían Alberto –príncipe heredero– y Estefanía. Aunque se la llegó a calificar como una madre intervencionista, ella no estaba de acuerdo. “Siempre he tratado a mis hijos como personas con su propio criterio. Respeto sus sentimientos y sus aspiraciones”, declaró. Tras su fatídica muerte, a los 53 años, sus hijos lloraron devastados.