Philipe Junot y Carolina de Mónaco son ya marido y mujer. A muchos, empezando por los propios padres de la novia, les ha sorprendido la elección de la joven. De entre todos sus pretendientes –y no se puede decir que la princesa más hermosa de Europa tuviera pocos–, escogió a un hombre 17 años mayor que ella, con fama de mujeriego y dedicado profesionalmente a la especulación financiera e inmobiliaria. Pero el amor es el amor y Carolina no admite interferencia alguna en los designios de su corazón. Lecturas estuvo en Mónaco para cubrir este acontecimiento histórico, que contó con tres días de festejos.
Archivo revista Lecturas
“Mi boda será celebrada con la pompa que corresponde”
“Lógicamente, mi boda será celebrada con toda la pompa y el rango que corresponde a los príncipes monegascos”, decía Carolina horas antes de la ceremonia. Y no mentía. Más de 600 personas asistieron al baile de gala dado en el palacio de Mónaco el día antes de la boda civil. Carolina abrió el baile con su padre, el príncipe Rainiero.
Es sabido que el soberano tardó en acostumbrarse a la idea de que su hija se casara tan joven y con un novio tan poco adaptado a los cánones reales. “No puedo negarlo, mis padres esperaban que mi marido fuera un príncipe de sangre azul”, reconoce Carolina ante la prensa. “Naturalmente, hubo discusiones con mi padre, pero ¿qué hija no las ha tenido con el suyo? Finalmente, los sentimientos que me unen a Philippe lo convencieron”, reflexiona.

Rainiero, padrino de boda de Carolina.
Archivo Lecturas
Rainiero se mostró sonriente durante el baile de gala y no tardó en pasarle el testigo a Philippe. Los novios bailaron al son de la canción ‘Sweet Caroline’.
La ceremonia civil
Al día siguiente, el 28 de junio, se celebró la boda civil. Fue oficiada por Louis Román, el presidente del Consejo de Estado monegasco, en la sala del trono del palacio de Mónaco. Solo duró quince minutos y tanto Carolina como Philippe se emocionaron profundamente, hasta el punto de que la princesa derramó alguna que otra lágrima. No fue el único: Rainiero llevó gafas de sol para disimular la turbación y Grace tuvo que retirar la mirada en varias ocasiones, visiblemente conmovida.
Archivo revista Lecturas
Tras la boda civil, los novios ofrecieron una recepción en los jardines de palacio ante 4.500 ciudadanos de Mónaco, a los que se les ofreció un menú donde los platos estrella eran la pizza y un pastel de calabacín.
Por la noche, el señor Michel Junot, el padre del novio, ofreció una cena íntima a la que asistieron unas cincuenta personas en el salón Churchill del Hotel París.
Hollywood hizo acto de presencia en la boda religiosa
La boda religiosa tuvo lugar 24 horas después. Aunque en un principio estaba previsto que se celebrara en la capilla palatina, que data del siglo XVII, al final se celebró al aire libre, en una explanada próxima al palacio, y fue oficiada por monseñor Gilles Barthe, obispo de Fréjus-Toulon.
Archivo revista Lecturas
La princesa lucía un vestido diseñado especialmente para ella por el modista Christian Dior, de gasa, blanco, bordado con motivos románticos y rematado en forma de picos en los bajos y mangas. Grace la miraba con una sonrisa cinematográfica. La exmusa de Hitchcock lucía un elegante vestido de color amarillo con un ‘foulard’ al cuello, todo ello haciendo juego con una enorme pamela. La complicidad entre ambas quedó patente con varios gestos de afecto que bordearon la fina línea que separa el protocolo del amor ciego entre madre e hija.
Archivo revista Lecturas
Hubo 800 invitados. Entre ellos pudimos ver a numerosos miembros de la aristocracia internacional, como los condes de Barcelona; Carmen Martínez-Bordiú, duquesa de Cádiz; o Carlos Fitz- James Stuart, el hijo mayor de la duquesa de Alba.
Ava Gardner coincidió con su exmarido, Frank Sinatra
También Hollywood hizo acto de presencia. Muchos de los compañeros de fatigas de Grace Kelly durante sus años como estrella de cine respondieron a la llamada de su vieja amiga. Eso dio pie a algunos encuentros con morbo. Coincidieron en la boda, por ejemplo, Ava Gardner y Frank Sinatra, que estuvieron casados entre 1951 y 1957. No consta que cruzaran palabra, aunque se dice que hubo alguna que otra mirada. Ava llegó acompañada de otra estrella, Cary Grant, mientras que Frank lo hizo de la mano de su actual esposa, Barbara.
Archivo revista Lecturas
Concluido el oficio religioso, los príncipes de Mónaco ofrecie- ron un almuerzo en los jardines de palacio.
Primer paseo rodeados de 5.000 fanáticos
Al término del convite, los recién casados se dirigieron a la iglesia de la Misericordia, donde Carolina depositó su ramo de novia a los pies de la Virgen de la Misericordia. En este primer paseo como marido y mujer los acompañaron los más de 5.000 monegascos que se acercaron a los alrededores del palacio en este gran día.
La misma tarde de la boda Carolina y Philippe se desplazaron en helicóptero a Ibiza, donde embarcaron en el yate ‘Rémora’. No volvimos a saber de ellos hasta que aparecieron el 3 de julio en la isla de Tahití para pasar su luna de miel. Cuando los curiosos y los periodistas advirtieron la presencia de los enamorados en esta isla de la Polinesia francesa, decidieron cambiar de destino y se fueron a otra isla: Mururoa.
Una nueva Carolina
Durante el viaje de novios, Carolina se mostró relajada y feliz. Cada vez es más habitual verla en fiestas, en cócteles y en saraos nocturnos. Desde que está con Philippe, la princesa ha cambiado su estilo, algo que ella misma reconoce: “Ahora prefiero vestirme de forma más femenina, más elegante si cabe. Ya he dejado un poco atrás los vaqueros y las faldas de campesina o jerséis para vestirme con los trajes que Philippe prefiere. Él es el que me ha convencido de cambiar mi forma de vestir”.
A la pregunta de si acata todo lo que su marido le dicta, se pone seria: “No exageremos. Lo que pasa es que, cuando una está enamorada, siempre trata de gustar al hombre que quiere, y, por lo que a mí respecta, tener contento al hombre que quiero no supone ningún sacrificio”. Ahora bien, no es el único cambio que ha experimentado. “Philippe es mayor que yo y ha tenido una gran influencia en mi vida y mi desarrollo. Antes de conocerlo miraba las cosas como una niña. Ahora hago frente a la vida como una mujer”, dice Carolina ante la prensa