'The Crown', un curso acelerado de monarquía

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Si de lo que se trata es de entender de qué va la monarquía lo más práctico es disfrutar de la serie The Crown (La Corona), una producción que puede verse a través de la plataforma digital Netflix que es de pago y que ofrece un mes gratis. En la primera temporada de la seria que empieza en 1947 con la boda de la princesa Isabel de Inglaterra con Felipe Mountbatten y concluye, siete años después, tras la dimisión de Winston Churchill como primer ministro, se explica, a lo largo de diez episodios, como la joven princesa llega prematuramente al trono tras la muerte de su padre, el rey Jorge VI, y se dispone a poner en práctica las lecciones recibidas para el ejercicio de sus funciones basadas en el principio básico de que lo importante no es la persona sino la institución. Los diez capítulos ofrecen un curso acelerado de monarquía imprescindible para entender qué significa la Corona.

The Crown es la serie más cara de la historia y eso se nota en todos los detalles, desde el cuidado vestuario hasta la tapicería de los sofás y la elección de los majestuosos escenarios. Claire Foy, la actriz que interpreta a Isabel II es un prodigio como lo son todos los secundarios, incluido Matt Smith que da vida a un Felipe de Edimburgo que, en algunos casos, recuerda también a Iñaki Urdangarin. En una de las escenas, cuando el marido de la princesa Isabel se queja de que no tiene nada qué hacer y que quiere tener una actividad propia, su suegro, el rey Jorge VI, le recuerda que su trabajo es cuidar de su esposa, acompañarla y cuidarla para que no se sienta sola en el ejercicio de sus funciones. Para, a continuación, recordarle que cuando uno entra en una familia real tiene que dejar de pensar en sí mismo para ponerse al servicio de la Corona. Cada una de las escenas de la serie, cada una de las tramas explica claramente porque con los años, la reina Isabel ha conseguido cumplir más de 60 años en el trono sin apartarse ni un milímetro de sus funciones.

Se explican claramente las razones por las que no permitió el matrimonio de su hermana, Margarita, con el capitán Peter Townsend, un divorciado que había sido ayudante del padre de ambas. El motivo principal fue que, a la hora de la verdad, Margarita quiso cumplir con sus deseos personales y, al mismo tiempo, conservar sus privilegios como princesa y como dice el refrán “sopa y teta, no puede ser”.

Y más importante aún, viendo la serie se entiende perfectamente cual es el papel de una monarquía constitucional en el que el rey debe ceñirse a lo que marca el gobierno y, al mismo tiempo, estar atento a que el poder político responda a las necesidades de los ciudadanos.

En fin, una delicia, instructiva, entretenida que igual sirve para pasar un buen rato que para aprender de que va, y para que sirve, cuando sirve, la Corona. Es más, quizá sería conveniente que en algunas cortes europeas la serie se pasara en bucle para que las nuevas adquisiciones y las nuevas generaciones aprendieran del ejemplo de Isabel II, de sus certezas y de sus dudas.

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