Las cumbres de la realeza siempre dan mucho de sí y la que acaba de celebrarse en Estocolmo aún más, ya que por primera vez en muchos años el rey Juan Carlos ha acompañado a la reina Sofía, de modo que tan separados no están y han aprovechado la ocasión para lanzar un mensaje. Un detalle a tener en cuenta que deja a un lado, de momento, la ausencia de los reyes Felipe y Letizia actuales titulares de la Corona. A la actual reina de España no le gustan mucho ese tipo de reuniones, temerosa quizá de las críticas de algunos sectores de la sociedad española pero, sobre todo, porque, a diferencia de su antecesora no tiene, con ninguno de ellos, una relación cercana. Para la reina Sofía, los encuentros con la realeza no son una mera obligación protocolaria, sino una reunión de familia. El rey Felipe, poco a poco, se va alejando también de esos festejos y, en esta ocasión, tiene la excusa de la situación preelectoral que vive España.

Las reuniones de los reyes y príncipes de Europa y más allá se inventaron para que en ellos se conocieran los jóvenes casaderos; durante siglos fue impensable que un príncipe o princesa se casara con alguien que no perteneciera a una familia real, era su modo de preservar el derecho de entrada a un club privado. De hecho, hasta mediados del siglo pasado no se rompió esa regla y lo hicieron, además, dos reyes que cambiaron la normativa restrictiva cuando estuvieron en el cargo. El primero fue Balduino que, en 1960, se casó con la aristócrata española Fabiola de Mora, y el segundo Carlos Gustavo de Suecia quien en 1973, en cuanto sucedió a su abuelo en el trono lo primero que hizo fue cambiar la ley que prohibía a los miembros de la familia real sueca casarse con un plebeyo o plebeya y autorizó su propia boda con Silvia Sommerlath, la jefa de azafatas de los Juegos Olímpicos de Munich, a quien había conocido en 1972 y con quien se casó en 1976. Poco calculaba el rey sueco que, treinta años después, tendría que pelear con sus propios hijos, empeñados en casarse libremente, aunque el día de su cumpleaños todos aparecían felices y contentos en el balcón del palacio real, incluida la ahora modosa princesa Sofía, casada con el apuesto Carlos Felipe, que acaba de dar a luz al pequeño príncipe Alejandro.

Pero volvamos al fiestón de Estocolmo, en el que se ha visto a un rey Juan Carlos moderadamente atento con la reina Sofía componiendo una imagen que no se producía hace años, porque el anterior rey ha estado ausente de cuantas bodas y cumpleaños se han celebrado en las diversas cortes. No le gustaba ir y punto, aunque, curiosamente, sí acudió al 40ª, 60ª y ahora al 70ª aniversario de Carlos Gustavo y si no fue al 50º, la razón hay que buscarla en que en aquella fecha se produjo la toma de posesión del presidente José María Aznar. Quizá don Juan Carlos mantenga con el rey sueco una amistad que desconocemos pero la cuestión es que esta vez, de nuevo, ha compartido cumpleaños y, además, junto a doña Sofía encargada de las relaciones con otras familias reales. Hay que reconocer que la madre de don Felipe disfruta en estas reuniones y se la ve feliz y entregada. No es que don Juan Carlos parezca pasárselo bomba pero resulta curioso, por ejemplo, que el cumpleaños de Carlos Gustavo de Suecia haya propiciado algunas imágenes, digamos curiosas, como la del anterior rey de España saludando cariñosamente a la princesa Estella, una niña de cuatro años que tiene enamorados a los suecos por su simpatía y espontaneidad.Está bien ver a don Juan Carlos con la nieta del rey de Suecia pero también lo estaría verlo con sus propias nietas y más con la princesa Leonor que está llamada a ser algún día su heredera.

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