"Uno imaginaba a Rafa como un empotrador de la pradera"

3 de marzo de 2017, 12:05

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Los muchachos que salen de la factoría de ‘Mujeres y hombres y viceversa’ tienen pinta de tener una moral poco tradicional pero el caso de Rafa Mora es distinto. Irrumpió en el mundillo televisivo como el ser más egocéntrico sobre la faz de la tierra pero resulta que todo eso no es más que pura fachada. Es un hombre guapo, católico y sentimental. Amante de las costumbres más ancestrales –“lo mío es mío y no perdono infidelidades”– y profundamente familiar, que es algo que no le pega nada. ¡Hasta invitó a sus suegros el pasado verano a su casa alquilada de Ibiza!

Uno imaginaba a Rafa como un empotrador de la pradera pero después de hablar con él un ratito te das cuenta de que es más de abrazo que de orgasmo. Un muchacho muy seguro de sí mismo siempre que no aparezca otro porque entonces le entran las inseguridades y pierde pie con mucha facilidad. Debe ser un coñazo ir de Rafa Mora las veinticuatro horas del día, así que cuando coge confianza se relaja y se convierte en ese tío normal y corriente que llora con Bambi. Aclaración: en mi época se utilizaba la peli de Walt Disney para describir a un sentimental. Desconozco el recurso que utilizan los jóvenes ahora. Malditos años. Sigamos. Rafa se rompió en el ‘Deluxe’ porque el polígrafo dictaminó que su novia había estado con otro mientras estaba con él. Aunque se sintió humillado públicamente actuó muy bien tendiéndole la mano a su chica y ofreciéndole su amistad. Habrá amigotes que le habrán dicho a Rafa que unos cuernos no se perdonan pero yo tengo la impresión de que el viernes abandonó el plató siendo mejor persona.

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