Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier amparo Larrañaga
Jorge Javier Vázquez

Mi primera entrevista fue a Amparo Larrañaga. Estudiaba Filología Hispánica, aunque lo que me tiraba de verdad era el faranduleo

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Jorge Javier Vázquez

Escritor, presentador, actor y productor teatral

Recibo una invitación de Mar Abascal para que vaya a ver ‘Laponia’, función que protagoniza con mi Amparo Larrañaga. La acepto, claro, porque me gusta mucho Mar y porque yo no le fallo nunca a mi Amparo. Lo habré contado ya unas ciento cincuenta mil veces, pero, por si acaso se le ha olvidado a alguno de mis millones de seguidores, la primera entrevista que yo hice en mi vida fue a Amparo. Por aquel entonces estudiaba Filología Hispánica, aunque a mí lo que me tiraba de verdad era el faranduleo. Y como no me atrevía a estudiar arte dramático, porque era muy tímido, pues lo más cercano era el periodismo, que también tiene algo de artístico. Aunque no estudié periodismo porque mi padre no le veía ningún futuro. Vuelvo a Amparo. Vamos P. y yo a verla al teatro y, al finalizar la función, nos recibe en el camerino. ¡Menudo despliegue tiene la tía montado en el camerino, parece un economato! “Pídeme lo que quieras que lo tengo. ¡Hasta pilas!”, me dice entre risas. Volvemos a repetir delante de sus compañeros lo de que fue la primera entrevista de mi vida y Mar Abascal se apresura a cortarme porque Amparo ya se lo había contado. Me sentí un poco abuelo cebolleta pero en buen plan. Ver a la Larrañaga significa recordar aquella época de mi primera juventud en la que iba más al teatro que a clase. Y desde este blog quiero recordar al empresario del Teatro Goya de la época, que era el único que en pleno auge del pujolismo se arriesgaba a programar teatro en castellano. Estoy hablando de hace ya casi treinta años.

Primeras entrevistas

Gracias a él pude ver a Lola Herrera, a las hermanas Julia e Irene Gutiérrez Caba, a José Luis López Vázquez, a Aurora Redondo, a Florinda Chico. Recuerdo una entrevista que le hice al mítico Alfonso del Real, que me atendió con una amabilidad extraordinaria durante una hora en su camerino. Y recuerdo que mi padre la escuchó luego con muchísimo orgullo en el radio cassette con el que la grabé. Sigo tirando de memoria: qué montajes ideaba Adolfo Marsillach para la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Para los más jóvenes: no existía internet, así que tenías que ponerte las pilas porque enseguida se formaban colas para adquirir las entradas y las mejores desaparecían en un cuarto de hora. Gracias a Marsillach tuve el privilegio de ver a Amparo Rivelles en una Celestina sencillamente apoteósica. La Rivelles era tía de Amparo Larrañaga, que cuando la entrevisté en Barcelona representaba ‘Los ochenta son nuestros’, función basada en el libro de Ana Diosdado.

 

Nostalgia de Diosdado

Me enamoré de la Diosdado desde que la vi en ‘Anillos de Oro’ y ‘Los ochenta son nuestros’ fue uno de los libros de cabecera de mi juventud. Ana aceptó venir a un ‘Deluxe’ a que la entrevistara porque la nombraba en todos los programas que presentaba y quiso tener esa deferencia conmigo. Desde ese día establecimos una relación que para mí fue muy especial. Jamás pensé que charlaría con ella de tanto en tanto y que incluso un día cenaría con ella, con P. y Alberto en un hotel de Madrid. Guardo como una joya un ejemplar dedicado que me envió de ‘Los ochenta son nuestros’. Todavía no he borrado su número de teléfono y hay muchos días que me gustaría llamarla para charlar con ella. Conocer a Ana Diosdado ha sido uno de los regalos más bellos que me ha dado la vida. Ha sido ver a Amparo en el teatro y darme cuenta de lo que la echo de menos.

 

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