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El sábado nos juntamos Menchu, Maeso, Mila, P. y yo para ir a ver ‘La cavernícola’ con Yolanda Ramos. El teatro estaba lleno y pasamos un rato muy divertido viendo a Yolanda.
Aparte de un indiscutible talento tiene algo hipnótico: en cuanto sale al escenario no puedes dejar de mirarla. Después de saludarla vamos a cenar al Tres Encinas de Preciados, donde nos tratan como a reyes. Ella no viene porque no tiene canguro para la niña. Durante la cena hablamos de dos modelos españolas que triunfaron en la época de los noventa. P. define a una de ellas como “zorra de la periferia” y nos cuenta que le parece más guapa la otra. Mila sentencia: “No, no. La otra se ha acanallado. Se ha visto obligada a frecuentar camas más bajas”. Como veis, en nuestras cenas siempre se discuten temas de gran altura. El domingo Adrián y Roberto pasan el día en casa y por la noche vamos a cenar al Dry Martina. En un momento dado P. me advierte de que acaba de entrar al local Oriol Nolis, el presentador del fin de semana de los informativos de La Primera. Me encanta, me parece superatractivo. Lo pasé fatal cuando vi que le caían chuzos de punta retransmitiendo las últimas canonizaciones. Daban ganas de ir, cuando menos, a taparle. No puedo hacerle la radiografía completa porque se sienta a mis espaldas así que al salir intento examinarle con el rabillo del ojo. No logro mi objetivo porque está enfrascado con el teléfono. Antes de irnos un camarero le pregunta a P. por el perfume que lleva. ¡Vaya! No puede decirse que la noche del domingo me fuera propicia.