María Patiño es una de las personas con menos maldad

(Foto: José Jiménez)

10 de julio de 2018, 13:30

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El jueves a las 15:30h me meto en un avión que me lleva a un lejano lugar en busca de sol y playa, que es mi concepto ideal de vacación. Antes de largarme veo que en ‘Sálvame’ juegan a que María Patiño fue el topo que avisó a los paparazzi de Menorca cuando un grupo de amigos –ella y Mila incluidas– alquilamos un día un barco el verano pasado.

Como divertimento me parece extraordinario. Me suena que la teoría la lanza Diego Arrabal y la verdad es que tiene gracia porque encierra claves muy suculentas: traición, deslealtad y muchísima maldad. No sé qué ha dicho María en la tele pero desde estas páginas aseguro que poca importancia le hemos dado al salseo porque ni ella me ha llamado para darme explicaciones ni yo he echado de menos esa llamada. Más que nada porque semejante teoría de la conspiración no tiene ni pies ni cabeza. Es más: quizás María no se acordará pero estando en el barco fue ella misma la que nos alertó de que fuéramos con cuidado porque nos estaban haciendo fotografías. Incluso hicimos bromas con la poca pericia del paparazzi, que intentó esconderse detrás de un arbusto y casi se lo carga. Una persona que traiciona se calla cuando divisa a los fotógrafos para que estos hagan su trabajo sin problemas, digo yo. En fin, que todo es una chorrada muy grande.

Escribo estas líneas desde el avión y aprovecho para recordar el inicio de mi amistad con María. Nos conocimos un verano –creo que el del 1997– en Marbella. Ella trabajaba para una agencia de noticias y yo estaba allí destinado por Pronto. Me llamó la atención desde el principio. Era como es ahora: trabajadora, entusiasta, vehemente, muy ingenua y, sobre todo, muy buena compañera. Yo no tenía ni idea de qué iba la cosa y ella me ayudó a moverme desde el primer momento aunque fuéramos competencia. Siempre que me preguntan si mi mundo es muy duro y respondo que no más que otros o al menos yo he tenido mucha suerte.

Conservo la amistad de María y sé que durará toda la vida. A veces me cabreo con ella porque se toma las cosas demasiado en serio pero es una de las personas con menos maldad que conozco. Si la gente supiera cómo es la querrían invitar a comer a sus casas todos los domingos y fiestas de guardar. Aunque también es verdad que luego estarían deseando que se largara por lo mucho que habla. Espero que no se haya llevado muchos berrinches por lo de la traición en el barco porque entonces seré yo quien le cante las cuarenta.

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