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Este blog debería estar repleto de fotos mías posando en las playas paradisíacas de Fiji. Pero así como en la primera isla que estuve hacía un frío que pelaba, en la segunda me he podido bañar “na y menos” porque la marea solía estar baja y había unos pedruscos asesinos que imposibilitaban meterse en el agua. Total, que más me hubiera valido quedarme en la piscina de mi casa. Este es el resumen de quince días en el paraíso. Abandonamos Fiji con la idea de pegarnos la juerga padre en Sídney pero, tras cuatro horas de vuelo con un avión repleto de niños que lloraban y chillaban sin cesar, llegamos a Australia derrotados. Me meto en la cama a las ocho de la noche. Cuando me despierto, tengo un mensaje en el Grindr de un maromo impresionante: “¿Estás circuncidado?”. Le respondo lacónicamente: “Soy español”. ¿Pero qué clase de preguntas son esas? Mañana domingo vuelvo a mi casa, de donde no debería haber salido en todo el verano.