Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Selección
Gtres

Compadezco a los futbolistas, la de malos ratos que deben pasar por mucho que les paguen muy bien

El viernes me engancho al Suiza-España. Aguanto el partido, la prórroga y hasta los penaltis. Al borde del colapso, la verdad, porque sufrimos muchísimo para pasar a semifinales. Y cuando pasamos, se me escapa una lágrima. Tócate la peineta. Y entonces me doy cuenta de lo que admiro a los aficionados al fútbol, porque, cuando se gana, muy bien, pero cuando se pierde te entra un revuelto de sensaciones a cada cual peor: ira, tristeza, rabia, mala leche. Creo que no me compensaría ser aficionado a no ser que lo fuera de un equipo que jamás perdiera nada, lo cual es imposible. Compadezco a los futbolistas, la de malos ratos que deben pasar por mucho que les paguen muy bien. Los enfados de un aficionado pueden ser irracionales. Sin embargo, cuando admiras a una cantante, por ejemplo, le perdonas que desafine en un concierto porque a lo mejor sabes que está pasando por un des- amor y la voz se resiente. Vamos, que la relación que estableces con una diva es mucho más romántica. Más literaria. A un futbolista se le perdona poco. Por eso a veces son tan distantes con sus seguidores. Porque tienen muy claro que ese amor es más precario que el de una aventura de verano.

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