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Finalizamos las cuatro primeras representaciones en Barcelona con el teatro a reventar y el público entregado. La compañía está entusiasmada en la ciudad y yo feliz de que en mi tierra nos reciban con tantísimo cariño. Mariángel Alcázar escribe otra crítica espléndida. Me estoy convirtiendo en un yonki del escenario. El domingo, antes de salir a saludar, pienso que debo aprovechar ese momento porque el lunes descansamos y hasta el martes no tendremos función otra vez. Acabamos en Barcelona el treinta y uno de julio. No quiero pensar en la despedida porque sé que me va a costar muchísimo irme.