Por AMADEU GARCÍA

 

La revelación del primer caso por contagio de Ébola en España ha desencadenado toda una espiral de miedo entre la población. Algo comprensible si, como en este caso, hablamos de un virus que provoca una enfermedad para la que no existe todavía un tratamiento específico y que tiene un elevado índice de mortalidad. Desde 1976, año en que se identificó por primera vez este virus, hasta 2012, la Organización Mundial de la Salud (OMS) había confirmado 2.387 casos de contagio en diferentes brotes, con un total de 1.590 personas fallecidas, lo que resulta en una tasa de letalidad del 66%.

 

En 2014, con un brote que se focaliza fundamentalmente en África Occidental, las cifras se han disparado, con un total de 2.106 casos confirmados y 1.050 fallecidos en este mismo grupo, según datos recogidos por la OMS hasta agosto de este año, que indican también que la tasa de letalidad en la zona ha caído hasta el 49%.

 

Los dos misioneros que fueron repatriados a España tras infectarse con Ébola fallecieron. Y una de las personas que estuvo en contacto con uno de ellos también ha contraído el virus. Toda la retahíla de sucesos que han ocurrido desde que Teresa Romero, auxiliar de enfermería infectada, notó los primeros síntomas y fue finalmente ingresada en hospital Carlos III de Madrid son, desde luego, dignos de análisis. En la capital se ha instaurado un cierto clima de psicosis al respecto. Hay miedo a contraer la enfermedad simplemente por haber estado cerca de la enferma. Un miedo comprensible, aunque no del todo racional, según apuntan los expertos.

 

Clima de pánico injustificado

“Pienso que este clima de psicosis no está justificado. Hay que tener conocimiento y respeto, porque la tasa de transmisión del Ébola es muy alta y tiene mucha virulencia, pero sin perder el norte”, explica la doctora Yolanda Meije, del departamento de Medicina Interna del Hospital de Barcelona. “La transmisión se produce por vía parenteral, sexual, a través de las mucosas o de posibles heridas en la piel. En estos casos, hay una alta tasa de transmisibilidad. Si no es por estas vías, en principio no debería producirse un contagio. Por ejemplo, si un enfermo tose encima de la mano de alguien, dado que al toser se liberan fluidos que pueden estar infectados por el virus, si no hay herida, no hay contagio. En cambio, si esa persona se lleva la mano al ojo, por ejemplo, éste podría producirse. En un caso como el de este ejemplo, la OMS recomienda lavarse las manos de inmediato y utilizar además una solución antiséptica, pero por el hecho de poder poner en contacto el posible material infectado con una mucosa o herida, no por otros motivos”, señala la doctora.

 

En cualquier caso, según reitera, “no hay transmisión por vía respiratoria”, a diferencia de otros virus. “Toser es un síntoma, aunque no el más frecuente”, apunta. “Las vías de contagio son las que ya hemos descrito. El paciente casi tendría que toser sobre tus mucosas. El virus se transmite a través de varios fluidos, como la saliva, el sudor, aunque haría falta mucha cantidad, orina, heces... Contagiarse en el metro, por ejemplo, no sería nada fácil”, destaca.

 

El mayor riesgo

Además, la tasa de transmisibilidad también aumenta con el tiempo. “Los más expuestos al contagio serían las personas que se encargan de cuidar a los enfermos. Al principio, el riesgo es menor, pero según avanza el tiempo se va haciendo más grande, sobre todo cuando la persona está más grave y especialmente cuando ya ha fallecido. En cuanto al brote que se está produciendo en África occidental, por todos los ritos funerarios que se siguen en las culturas de la zona con el cuerpo, con mucho contacto con el difunto, estaría uno de los motivos de su virulencia. Durante la incubación, en cambio, no hay transmisión”, señala la doctora Meije.

 

Los protocolos indican que aquellos que pudieran haber entrado en contacto con el virus de tal manera en que pudiera haberse producido efectivamente un contagio deben permanecer en observación hasta 21 días. “En el caso del Ébola, hablamos de una incubación media que se sitúa entre ocho y diez días, un periodo que puede bajar incluso hasta los dos días y extenderse hasta los 21, que es el periodo máximo en el que pueden manifestarse los síntomas”, agrega. “

 

No pienso que esto pueda llegar a convertirse en una epidemia. Los problemas principales que pueden producirse con este brote podrían deberse a los viajes de posibles portadores a otros países de los que se consideran en vías de desarrollo, con sistemas de sanidad muy precarios. Si existen infraestructuras médicas, el riesgo es menor. Yo creo que debemos tener una cierta tranquilidad, pero sin perderle el respeto a la patología. Es muy importante dar formación a todo el personal, tanto al sanitario como al administrativo. Aquí, en el Hospital de Barcelona, entre otras cosas, hemos llevado a cabo talleres para explicar cómo hay que ponerse el traje. El trabajo de prevención es fundamental. Los principales problemas serían esa alta transmisibilidad, virulencia y mortalidad y que a día de hoy no existe todavía un tratamiento realmente eficaz. Hay que evitar en la medida de lo posible que se produzca la transmisión del virus. Tenemos que estar preparados, pero sin caer en la paranoia”, recalca la doctora Meije.

 

¿La vacuna existe?

Se habla de que una posible vacuna podría llegar en marzo. Algo que no deja de sorprender, si se tiene en cuenta que el virus se conoce desde hace casi 40 años. “Hasta que no ha habido realmente un problema, hasta que la enfermedad no ha llegado al primer mundo, no se han puesto a investigar, es como si no hubiera interesado. Además, no puedo decir si es fácil o difícil desarrollar una vacuna o un medicamento contra este virus”, apunta la doctora.

 

A finales de septiembre, el portal de la CNN publicó que un médico, muy posiblemente llevado por la desesperación, había utilizado con éxito un medicamento indicado para el VIH para combatir el Ébola. De 15 personas a las que trató, sólo fallecieron dos. Un hallazgo que, desafortunadamente, no puede tomarse como un método cien por cien fiable de combatir la enfermedad. “Los dos son virus ARN. Para determinados retrovirus, se ha estado usando un tratamiento con antirretrovirales, pero no se puede extrapolar”, señala.

 

También ha levantado mucha polémica la decisión de sacrificar a Exalibur, el perro de la auxiliar de enfermería contagiada por Ébola. Un numeroso grupo de personas trató de convertirse en una barrera humana para impedir, sin éxito, que se llevara a cabo el sacrificio del animal. “Médicos sin Fronteras no ha documentado nada al respecto ni tampoco se ha decidido sacrificar perros en las zonas donde ahora mismo se sitúan los brotes de Ébola. Es cierto que en Gabón hubo un brote y algunos perros comieron carne de animales infectados y permanecieron asintomáticos. Personalmente, creo que habría sido mucho más útil haber estudiado al perro antes de sacrificarlo”, concluye la doctora Meije.

 

En Estados Unidos ya se ha detectado el segundo caso de contagio fuera de África. Tras dos análisis se ha confirmado que esta persona, que trabaja en el hospital donde se trató a un enfermo de ébola, se contagió en Estados Unidos. La alerta ha saltado el Dallas, donde ha tenido lugar el incidente y el Gobierno estadounidense ha puesto en marcha todos los protcolos. Además, se ha abierto una investigación para saber còmo ha podido suceder tan lamentable suceso. Una curiosidad: el perro de esta persona no ha sido sacrificado, sólo puesto bajo observación.