La última puñalada de Isabel Pantoja: una terrible traición que se llevó por delante los ahorros de una vida

El drama de Loli, la entrañable quiosquera que prestó sus ahorros para que Isabel Pantoja eludiera la cárcel, llega a su fin

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe digital de Lecturas

Isabel Pantoja
Gtres

Mucho se habla de las fans de Harry Styles o de Taylor Swift. Pero el mejor fandom está en España y le rinde culto a ella, a Isabel Pantoja. Pocos artistas pueden presumir de tener una comunidad completamente entregada a su diva, siendo capaces de hacer absolutamente todo por ella. Hasta de prestar los ahorros de toda una vida. 

Dolores del Pozo, Loli, era de esas. La quiosquera se desvivía por su ídolo y este, magnánimo, se dejaba querer. ¿Qué ego podría soportar el halago constante sin endiosarse? Pocos. A la artista no le hacía falta que la sacaran en procesión para que sus seguidores la convirtieran en una diosa a grito de ¡guapa y reina! Para ella, todo eso era un martes cualquiera en Cantora. Porque esa es otra, qué ídolo de masas te abre las puertas de su casa. De nuevo, eso solo pasa aquí. Así, por Cantora podían deambular desde las fans que daban palmas con Kiko Rivera volviendo de fiesta o Isa peinando a una muñeca. Todos convivían en un inusual ecosistema que, repetimos, jamás se ha dado en el faranduleo extranjero. 

Amigas y fans: el inusual séquito de Isabel Pantoja 

En estas extrañas convivencias se establecían unos vínculos poco claros, en los que Isabel Pantoja podía dejar caer que su jardín necesitaba X y a los pocos días su club de fans ya se lo había comprado e, incluso, se lo estaba instalando. Se desvivían por ella. Y la artista les permitía estar muy pero qué muy cerca de su vida privada. ¿Qué otra estrella te da eso? Lamentablemente para Loli, el precio que tuvo que pagar por tener cerca a su ídolo fue demasiado alto. 

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Loli Pozo, 'La quiosquera'

Telecinco

Fans y amigas, y, a veces, enemigas. Porque al establecerse una relación tan desigual, esta amistad parece condenada al fracaso desde el principio, pues pocos soportan dar mucho y recibir tan poco. Loli recibió ver crecer a Isa, comidas en Cantora que se alargaban hasta la noche, cantes y bailes. Un concierto de Pantoja en una simbólica fila cero desde el salón de su casa. Para ella, la cantante lo era todo; por eso, cuando esta tuvo problemas con la justicia, la quiosquera quiso sacar la cara por ella ¡Como lo habría hecho por cualquier amiga! Pero Pantoja no era cualquier amiga. 

Los ahorros de toda una vida

Le prestó 86.000 euros de su bolsillo para que saldara su deuda con los tribunales. Cuando estalló el Caso Malaya, Loli no se lo pensó. Agustín Pantoja, la mano derecha de la tonadillera, se lo agradeció y le prometió que se lo devolverían. Del Pozo se quedó tranquila porque les había explicado que esos eran todos sus ahorros. Llevaba guardando toda su vida para que, en su jubilación, tuviera un pequeño colchón económico y no tener que pasar estrecheces. Lamentablemente, las tuvo que pasar. 

Le dieron de margen dos años para devolverle todo, pero han tenido que pasar casi una década entera para que Pantoja salde su deuda con la quiosquera. Una década y una demanda de por medio. Loli, al ver que los años pasaban y que no existía intención alguna por parte de Isabel o de su entorno de devolverle lo que era suyo, quiso dejarlo en manos de la justicia. Ahora 9 años más tarde puede respirar tranquila. El calvario ha llegado a su fin. In extremis, los abogados de la artista llegaron a un acuerdo extrajudicial por el que esta se comprometía a abonar diferentes cuotas hasta alcanzar la cantidad de 76.000 euros, ya que ya se le había realizado un primer pago de 10.000 euros. 

La lucha de Loli ha dado sus frutos. Al fin ha reunido el dinero que ella prestó con la mejor de las voluntades y que tantas veces se le negó de vuelta. En este proceso ha perdido la amistad, que no era tal de Isabel Pantoja, y de muchos de los apoyos de sus fans. Ella ya no quiere saber nada de la tonadillera. La única que sí se ha mostrado cercana y comprensiva con su angustia ha sido Isa. La niña que jugaba a muñecas mientras Loli aplaudía a su madre, se ha convertido en la que es digna de aplaudir. Visitó a la quiosquera en su domicilio y le mostró todo su apoyo y cariño. “Soy muy agradecida con la gente que se ha portado bien conmigo. No se me olvidan las cosas que la gente ha hecho por mí”, dijo en su día la joven. Su madre, por el contrario, parece tener peor memoria…