“A ambos os di lo que tenia. Sin vosotros, tengo más. El océano de la honestidad sin límites”, escribió hace dos días Mila Ximénez en redes sociales. Después, un pequeño aluvión de mensajes con destinatario misterioso que dejaron de lo más preocupados a sus fans. ¿Qué había pasado? ¿A quién dirigía Mila unas palabras tan duras? Ahora sabemos la respuesta.
Fue ella misma quien descubrió los destinatarios de estas palabras repletas de decepción: su socio en el negocio de joyas y la Mónica Gil, la estafadora de los famosos, a quien dedicó una misiva desde su blog en Lecturas. Lo desveló en redes, en una publicación con una imagen de ambos de la que después se arrepintió y borró. "Solo deseo no volver a encontrarme nunca más con vosotros. Que la vida os lleve con las indicaciones del mapa que habéis elegido en vuestra ruta”, escribió en la fotografía. Pero lo que sí ha mantenido han sido sus mensajes en los que habla de la honestidad, de entregarse y de no ser valorada. Entre líneas se aprecia que la colaboradora no ha terminado muy satisfecha de esta unión laboral, tal y como ella misma ha confirmado a Jaleos de El Español: “parece que últimamente tengo mal ojo para para otear depredadores”, les dijo de manera escueta.
Gustavo Marinaro, con el que Mila se adentró en el mundo de las joyas, ha confirmado que la relación laboral entre ambas partes se ha acabado y que tampoco conservan la amistad.
Para Mila, Marinaro fue muy importante. En él depositó mucha confianza, hasta el punto de que el diseñador de joyas fue uno de los encargados de engalanarla para su gran noche dando las campanadas (Juan Duyos la vistió y Gustavo puso el impresionante collar de piedras). La colaboradora no ha aclarado qué ha pasado entre ellos, pero, desde luego, se la nota dolida.