Se convirtieron en protagonistas involuntarios a raíz de la trágica desaparición de Blanca Fernández Ochoa, la campeona olímpica de esquí alpino, cuyo cadáver fue encontrado el pasado miércoles 4 de septiembre, tras varios días en paradero desconocido. Son su hermana Lola y su sobrino David, hijo de Blanca y de su segundo marido, David Fresneda.

Con la herida de la muerte de Blanca todavía muy reciente, Lola y su marido, Adrián Federighi –quien durante varios días se erigió en el portavoz de la familia–, quisieron arropar al joven David Fresneda, de 19 años, en el primer homenaje que se le realiza a su madre.

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Fue en la entrega de los premios Sesderma, empresa que celebró sus 30 años de vida premiando a dieciséis mujeres con una reconocida trayectoria profesional. El premio al Deporte fue para Blanca Fernández Ochoa y fue su hijo el encargado de recoger este galardón a título póstumo. "Como hijo, todo premio hacia ella será poco", dijo David.

"Hemos querido recordarla con esta noche tan especial y empezar a reír y a divertirnos, que es lo que a ella le hubiera gustado, ¿no?", dijo Lola mirando a su sobrino. "Efectivamente, una sonrisa en la cara como ella la tenía siempre", recordó David. Para Lola estos homenajes y reconocimientos que se le están brindando a Blanca son muy emotivos. "Mientras la recordemos, ella estará con nosotros, pero es lo que digo siempre, qué pena que ella no haya podido ver cuánto la quería y la admiraba la gente". Y antes de entrar a la sala, Lola trató de contagiar un sorprendente optimismo: "Y ahora a tomarnos una copita en su memoria".

Claro que, antes de que David y Lola subieran al escenario para recibir el premio, se proyectaron una serie de imágenes de Blanca Fernández Ochoa. Este recordatorio rompió por completo a la hermana de la campeona, que no pudo evitar derramar lágrimas de emoción y de dolor por su pérdida. A su lado, Adrián Federighi tomaba fotos del emotivo vídeo de recuerdo. David, en cambio, dio muestras de una enorme entereza viendo el vídeo, eso sí, con los ojos vidriosos al contemplar las hazañas deportivas de su madre, desaparecida demasiado pronto, con tan solo 56 años.