'La última cena': Mila Ximénez, superada por la presión y la superstición, vive su noche más angustiosa

A partir de ahí surgieron una serie de reproches que hicieron que ambas estallaran y que Lydia terminara abandonando el plató. Otro de los imprevistos llegó en forma de superstición.

La colaboradora no tenía ni idea del número de personas que se iba a sentar a la mesa para degustar sus elaboraciones. Y cuando descubrió que eran trece comensales, se puso de lo más nerviosa. 

Jamás me sentaría en una mesa con trece, la última vez que me senté me pasó algo muy grave que no puedo contar”, son las palabras con las que ha dejado ver que el descontrol se apoderaba de ella. Algo que inevitablemente, influía en el resultado de los platos.

“Yo no sirvo para esto” soltó Mila echándose a llorar en mitad del cocinado. En ese momento tanto Jorge Javier Vázquez como los chefs de programa intentaron consolarle, pero ella estaba ya completamente “agotada de la tensión”. La colaboradora ha contado que se veía desbordada porque “no nos ha dado tiempo, es imposible. Quería hacerlo bien pero no he sabido. Primero no llegaba al arroz, no sabía en qué momento hacer los riñones, los estoy sirviendo fríos, por poco se me queman…” ha relatado Mila con lágrimas en los ojos.

Además, por lo que sus compañeros y los espectadores pudieran pensar, ha dejado claro que “no me lo he tomado a coña, lo he hecho con todo el cariño del mundo pero no ha salido”.