El dolor de Noemí Salazar (GH VIP) al hablar del conflicto con su hermana Raquel

Esta primavera, las Salazar, con Noemí y su madre Raquel a la cabeza afrontaban uno de los episodios de 'Gipsy Kings' más complicados: ponían sobre la mesa el doloroso distanciamiento con Raquel Salazar, hermana e hija de ambas mujeres, y destapaban que, en sus vidas, no todo eran fastos y oropeles. Ahora, desde las páginas de Lecturas, la exconcursante de 'GH VIP 7', con una honestidad brutal, refresca aquel episodio familiar que, por fortuna, ya es cosa del pasado.

Noemí, que ha desarrollado su vida en un ambiente predominantemente femenino, y muy unida a su madre, su hermana y sus primas, recuerda: "Fue un momento muy duro, mi hermana y yo nos llevamos tres años. Tiene 25. Siempre lo hemos hecho todo juntas. Éramos uña y carne. Cuando se casó, con 17 años, se fue de la noche a la mañana".

La familia Salazar empezaba a saborear los sinsabores del éxito de su 'docu-reality' y, a raíz de las tensiones familiares, creían los rumores alrededor de la posibilidad de que Raquel, la madre, era la responsable de toda la situación. Noemí se ha mostrado tajante a la hora de desmentir aquellas informaciones tan dañinas para Raquel, quien recientemente desvelaba que ha padecido depresión.

"Esa información es totalmente falsa. Más que dolerme, me parece absurdo", dice la empresaria con indignación. Y añade: "Solo tenéis que ver el programa de ‘Gipsy Kings’ para apreciar que somos uña y carne. La amo". Y es que Noemí es la que mejor sabe lo mal que lo pasó su madre durante aquellos larguísimos año. Se encontró en medio de su hermana y de su madre y habla con conocimiento de causa.

Uno de los momentos más duros de las tensiones familiares fue ver la silla vacía de su hermana cuando se dio el 'sí, quiero' con Antón. No reconocer a su hermana entre las caras de los invitados en un día que tenía que ser de los más felices de su vida, se le quedó clavado en la memoria y en el corazón: "Mi hermana no fue a mi boda. Era mi compañera de vida. Recordar que ella no estuvo en ese día se me hace muy duro".

"Fue por tonterías y supuso un trauma gordo para todos", afirma durante la entrevista con su espontaneidad habitual. Finalmente, la ocasión para limar asperezas vino en forma de nacimiento: el de su sobrino. "Cuando mi hermana tuvo a mi sobrino, me presenté en el hospital. No podía permitirme ser tía por primera vez y no estar ahí. A partir de ahí, se solucionó todo", recuerda con alivio.

Madre e hija, por fin, daban un paso que tanto se les había resistido, pero que estaban deseando. "Fue un reencuentro superbonito y, a la vez, doloroso, porque ves que pasa mucho tiempo y ves que tu hija ya no te pertenece". Por fin, la familia Salazar volvió a ser una piña.