Dabiz Muñoz, 45 años: “Mi familia no lo entendía, pero sí lo respetaba. No entendían cómo mi trabajo podía ser todo lo que me importaba”

La curiosa manera de entender la vida del chef y marido de Cristina Pedroche, Dabiz Muñoz, siempre ha causado un gran revuelo

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe digital de Lecturas

David muñoz cristina
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Llegar a entenderlo no es fácil, sin embargo, los suyos terminaron comprendiéndolo. La entrega de Dabiz Muñoz a su profesión es absoluta, hasta el punto que asegura que, antes de empezar en DiverXO tenía amigos, ahora… no. 

En 2020, el chef concedió una entrevista al medio gastronómico Siete Caníbales, donde, además de diseccionar su modelo de negocio, sus éxitos (y también sus fracasos) admitió ser una persona en permanente conflicto interno, que solo ha logrado acariciar los momentos de paz gracias al deporte y a su adorada Cristina Pedroche. 

“En un punto descubrí que mis dos piedras filosofales para gestionar todo esto eran correr, una vía de escape brutal, y estar con Cristina, que fue la primera persona que me dijo ‘no entiendo tu vida. Haces lo que quieres, lo que has soñado desde que eras un niño y, en el fondo, eres un infeliz. Tienes que cambiarlo’”. Ella no le bailó el agua, le habló con dureza sobre cómo gestionar su vida y el chef se puso manos a la obra. 

Una elevadísima autoexigencia

Aun así, reconoce que cambiar del todo es imposible, pero esa mejoría le hace sentirse conforme y afortunado con la manera en la que gestionar ahora su vida. “¿Lo he cambiado del todo? No. Vienen 100 personas al restaurante y por una que diga que lo que hacemos no le gusta, yo tengo que hacer malabares para no entrar en bucle mental. Me importa muchísimo lo que opine el comensal”. 

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Su cabeza le ha llevado al límite en varias ocasiones, hasta el punto de haber pensado cerrar la fuente de sus desvelos y, a la vez, de sus alegrías. “Era una lucha constante contra mi cabeza, contra lo que pasaba en el restaurante. Desde el principio, tuvimos mucho éxito, y lo viví al revés de como alguna gente ha querido contar, con estrés y mucha angustia”.

Esta enorme exigencia consigo mismo que solo le permite admitir ser el número 1, le ha llevado a alejarse de los suyos. El cocinero está presente en todos los servicios de su buque insigne gastronómico, lo que le lleva, en ocasiones, a pasar 14 horas enfangado en la cocina. “Cuando abrí Diverxo, sí tenía amigos. Pero me he dedicado en cuerpo y alma a construir mi sueño. Al final, es una balanza. Quiero conseguir todo esto: esto me cuesta. ¿Estoy dispuesto a sacrificarlo? La balanza me funcionaba y me sigue funcionando. Con esto he sido muy pragmático”.

"Mis padres vienen a verme al restaurante"

Un sacrificio que tomó, pero que no le pesa. Dice que no cambiaría una coma de cada decisión que tomó en el pasado. Los suyos, a pesar de lo que esto supone, han aprendido a vivir con ello. “Mi familia no lo entendía, pero sí lo respetaba. No entendían cómo mi trabajo podía ser todo lo que me importaba. A veces, hay planteamientos que son difíciles de hacer de otra forma”. 

“A día de hoy, con mi hermano y mis padres me sigo llevando bien básicamente porque durante todos estos años me han venido a ver al restaurante. Mi hermano ha sido padre dos veces y conozco a mis sobrinos porque mi hermano me los ha traído al restaurante”, confesaba en 2020. Desde entonces, Dabiz se ha estrenado en la maternidad y, está a punto de volver a ser padre de nuevo. Quizás, desde entonces, su planteamiento vital se ha transformado. Él mismo reconoce que tener a Cristina cerca le ha llevado a saber manejar su complicada mente que, a veces, roza lo destructivo. “Me ha costado diez años disfrutar de mi restaurante y de mi profesión, pero sigo sin poder evitar cada vez ser mejor, y eso es un poco destructivo”.

Antes no le gustaba hablar de Cristina, pero ahora lo hace con la boca llena de orgullo. Es su compañera de negocio, de vida y, también, su coach, quien, “hace que todo vaya mejor”.