La princesa Leonor encara la fase final de su travesía con el buque-escuela Juan Sebastián Elcano. A primer hora del pasado miércoles, la hija de Felipe y Letizia llegaba al muelle 88 de Nueva York. La última parada de este viaje en el que ha recorrido varios países y ha vivido experiencias únicas. También ha tenido que enfrentarse a polémicas y comentarios, pero la heredera ha demostrado ser capaz de superar cualquier obstáculo.
Después de cumplir con su agenda en la Gran Manzana, Leonor volverá a España en avión. Una vez aquí se embarcará de nuevo, esta vez en la fragata Blas de Lezo de la Armada. Junto a sus compañeros, la princesa visitará Ferrol, donde estará del 9 al 12 de julio, y el Marín, donde llegará el día 14 de julio.
Dos días después, durante el Día del Carmen, que es patrona de la Armada española, el rey Felipe entregará los despachos a los nuevos oficiales. Un acto al que acudió el año pasado con su hija para que conociera mejor su nuevo hogar y que esta vez vivirá como uno de los guardiamarinas 'graduados'.
Después, la hermana de la infanta Sofía disfrutará de unas semanas de vacaciones antes de seguir con su agenda institucional, con los Premios Princesa de Girona, o con su ingreso en la Academia General del Aire. Y, más adelante, toda su vida como heredera en la que tendrá que presidir actos, reunirse con activos claves para el estado y celebrar cenas de Estado con autoridades internacionales.
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En este último caso, la princesa deberá seguir un protocolo muy concreto. Por ejemplo, ya hablamos de que no podrá usar tiara hasta que no esté casada. "Este uso tiene un fuerte componente simbólico: las tiaras están asociadas al estado conyugal y a la madurez institucional de una mujer dentro de una familia real", nos explica María José Gómez Verdú, experta en protocolo.
Pero, ¿Qué más? ¿Cómo será la primera cena de estado de Leonor? ¿Qué se esperará de ella? ¿Deberá seguir normas diferentes a sus padres cuando eran aún príncipes, pero estaban casados? ¿O al ser la heredera, de momento sin compromiso, tendrá unas responsabilidades diferentes? ¿En qué se diferenciará de sus homólogas europeas? Para responder a todas estas cuestiones hemos vuelto a hablar con Verdú.
Leonor en las cenas de Estado
Como muchos de los eventos a los que acude la princesa, "desde el punto de vista del protocolo, su primera cena de Estado será una coreografía medida al milímetro", ha comenzado la profesional. Como futura reina, "no será un debut cualquiera: estará bajo el foco nacional e internacional, y cada decisión tendrá una carga simbólica", señala Verdú antes de continuar: "La clave estará en encontrar el equilibrio entre el respeto a la tradición monárquica y la sensibilidad con los nuevos tiempos que ella representa. No se espera que tenga un rol protagonista, pero sí una presencia firme, sobria y llena de significado".
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Y es que en este evento futuro, Leonor no solo deberá hacer gala de una educación y elegancia exquisitas, sino que "se esperará que encarne el futuro de la Corona con elegancia, discreción y madurez institucional. No se espera que actúe como reina consorte ni como jefa de Estado, pero sí como heredera visible y en formación, consciente del lugar que ocupa".
Es por eso que se analizará cada detalle. "Su actitud, su expresión corporal, la forma de relacionarse con invitados y su vestimenta serán leídos como mensajes diplomáticos. El protocolo en este caso es lenguaje, y Leonor estará hablando a través de él, aunque no pronuncie discursos", ha explicado María José.
Las diferencias por no estar casada
En cuanto a vestimenta y accesorios, la princesa no debería llevar tiara, ya que no está casada. Eso sí, "el protocolo no es rígido, es contextual. Dada la evolución de las casas reales europeas, podría valorarse el uso de una tiara menor, discreta, sin gran carga histórica o simbólica, que más que un ornamento nupcial funcione como una pieza representativa o de 'transición'", ha afirmado la experta.
Algo nada disparatado, ya que lo hemos podido ver en cenas de otras Casas Reales, "donde herederas jóvenes han usado diademas más sencillas, a medio camino entre una joya de gala y un gesto de estatus", ha dicho Gómez Verdú. "Si se optara por esta vía, el mensaje sería claro: Leonor es heredera del futuro, pero el presente ya empieza a reconocerla".
Otra diferencia que enfrentará al no haber contraído matrimonio aún es que no seguirá algunas normas que sí llevaron a cabo sus padres. "Leonor no seguirá exactamente las mismas normas que sus padres cuando eran príncipes, y no porque exista una diferencia de trato, sino porque las circunstancias y su posición actual son distintas. Don Felipe y Doña Letizia, al estar casados, actuaban ya como un binomio institucional con funciones definidas dentro de la Casa Real", ha recordado la profesional.
"En cambio, Leonor aún no forma parte de esa estructura como figura plenamente activa, sino como heredera en formación. Esto implica limitaciones protocolarias muy concretas: no asumirá ciertos gestos simbólicos reservados a miembros consortes, ni ocupará el mismo espacio físico ni ceremonial en actos oficiales", ha advertido Verdú.
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De nuevo, "su condición de Princesa de Asturias le otorga una precedencia única, lo que obliga al protocolo a moverse en un delicado equilibrio entre su proyección futura como Jefa de Estado y su posición actual, todavía vinculada a un rol de aprendizaje. En ese matiz está la diferencia: el protocolo no la limita, la acompaña en un tránsito cuidadosamente diseñado", ha reflexionado la experta.
De esta manera, aunque tendrá responsabilidades diferentes por estar sin compromiso, no quiere decir que sean menos importantes. "Su papel será más observador que ejecutivo, pero eso no le resta valor. No tener compromiso la sitúa en una etapa previa, más formativa, donde el protocolo actúa también como protector de su figura, limitando su exposición pero permitiéndole ganar experiencia", insiste María José.
Leonor llevará a cabo sus responsabilidades en cuanto a presencia, pero "no se espera aún que asuma discursos, brindis o interacciones de jefatura de Estado. Todo lo que haga será supervisado con intención pedagógica, para ir posicionándola sin adelantar tiempos", ha añadido.
Leonor, diferente a sus homólogas europeas
Si comparamos a Leonor y sus homólogas queda claro que hay varias distinciones. "La principal diferencia es que Leonor tiene ya una formación institucional sólida y una agenda progresiva en marcha, algo que no todas sus homólogas han desarrollado con tanta estrategia", ha analizado María José.
A esto se suma que "la monarquía española es particularmente simbólica en el uso del protocolo, con una tradición donde cada gesto tiene más peso de lo que parece. Si Leonor usa o no una tiara menor, si va de largo o corto, si saluda o permanece en segundo plano... todo eso será interpretado", ha reflexionado la profesional.
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"Frente a herederas como Elisabeth de Bélgica o Ingrid Alexandra de Noruega, Leonor tendrá que mostrar una mayor neutralidad política, una madurez institucional fuerte y una imagen de sobriedad que conecta muy bien con el estilo de la Corona española actual", ha desvelado la experta.
En definitiva, durante sus próximas responsabilidades, Leonor deberá recordar que "no representa únicamente una generación moderna dentro de una monarquía; representa una monarquía que debe adaptarse a los tiempos sin perder legitimidad ni rigor", indica Verdú. Un equilibrio "entre renovación y tradición, entre juventud y solemnidad" que "la sitúa en un lugar único entre sus homólogas europeas".
María José ha querido terminar asegurando que Leonor es, de todas ellas, quien ha trabajado desde hace más tiempo su imagen. "Es, en cierto modo, la heredera más cuidadosamente diseñada desde el punto de vista simbólico y protocolario, porque su figura no solo anticipa el futuro de la Corona, sino también la necesidad de que esta se entienda como una institución útil, ejemplar y profundamente arraigada en los valores constitucionales".