Ana Belén, en exclusiva para la revista Lecturas: "Tengo una necesidad física de hacer cosas de la casa, como coser, que a las mujeres de mi generación nos enseñaron de niñas y que a mí me relajan mucho"

Ana Belén siempre ha contado que, en casa, Víctor Manuel y ella siempre reparten las tareas domésticas, mientras que él cocina, ella adora limpiar o coser

Ana Belén
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En 2007, Ana Belén concedió una de sus entrevistas más personales e íntimas a la revista Lecturas. En ella, la artista habló de amigos como Joaquín Sabina, de sus hijos, Marina y David, de su marido Víctor Manuel y de todo aquello que le gusta hacer en casa cuando es, solamente, solamente María del Pilar. 

En “Pobrecita de mí”, Sabina escribe con tono irónico sobre tu vida. ¿Te sientes identificada?
-Pues sí, pero eso pasado por el tamiz de Sabina. Da muchos datos pero un poco distorsionados, él juega con datos biográficos pero metidos entre su universo particular y en una frase te sugiere un montón de apuntes visuales. ¡Es un genio! Desde hace tiempo a Joaquín le inquieta o le atrae mi biografía, porque hace muchos años me escribió otra canción sobre mis comienzos en el teatro.

Es sabido que te gusta la casa, pero tanto como para llamarte Maruja... ¿Tan habilidosa eres a la hora de coser y de guisar?
-Quizás no tanto, pero sí tengo una necesidad física de hacer esas cosas, como coser, que a las mujeres de mi generación nos enseñaron desde niñas y que a mí me relajan mucho. Hay muchas cosas que detesto de la educación de mi época, como la religión restrictiva que recibimos. Pero hay otras que no solo no las detesto, sino que las valoro, como el placer por las cosas bien terminadas.

Hay tres adjetivos que te definen muy bien: perfeccionista, sufridora y responsable...
-Pero todo tiene su porqué. Soy muy perfeccionista y me gusta serlo, aunque a veces la ansiedad por terminar un trabajo me haga ser chapucera. Mi suerte ha sido empezar en esta profesión al lado de los mejores: de Berta Riazo, Julieta Serrano, Pellicena... Habiendo empezado con esta gente y con alguien como Narros es imposible no buscar la perfección, porque ellos me mostraban cada día su esfuerzo por alcanzarla. ¿Y sufridora? Sí, sufro mucho porque yo sé cuando no hago las cosas bien. Y aunque a veces me digo que no pasa nada, no me puedo relajar y sufro. Hay que entender que yo a los 10 años ya estaba trabajando y que a los 13 grabé mi primer disco... Eso te hace saber que si tú trabajas, te pagan, cosa que sería deseable que ningún niño lo supiera, pero era así. Yo sabía que si trabajaba, me pagaban y bien, y que con ese dinero ayudaba a mi familia. Y esa es una responsabilidad que tengo desde niña.

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En la canción que te ha escrito tu hijo David, con música de Víctor, te ve muy soñadora, ¿más incluso de lo que te ves tú?
-Sí soy soñadora, aunque gracias a las enseñanzas de mi madre siempre he procurado tener un pie en tierra y he tenido mucho cuidado de no confundir la imaginación con los sueños. La imaginación se necesita mucho en esta profesión y aunque los sueños también, donde son imprescindibles, es en la vida. Los sueños se necesitan para todo, para soñar por la noche y para soñar despierto. Pero la canción no estaba escrita para mí, yo me apropié de ella. La que escribió Víctor para mí, “Yo solo soy la que soy”, esa sí me retrata mucho.

¿Y cuáles son esos fantasmas interiores a los que se refiere?
-Contrariamente a lo que parece, soy bastante pesimista y creo que Víctor se refiere a esos fantasmas que todos tenemos y que arrastramos de por vida. Hemos recibido una educación -no la educación ni el cariño de tu familia, porque yo en ese aspecto he sido muy feliz- que nos ha hecho crecer con miedos. En vez de facilidades, todo eran restricciones y fantasmas y eso conforma mucho la personalidad. Si las mujeres de mi generación hemos conseguido superar tantas trabas educativas, es que somos incombustibles.

"Tengo buen carácter y soy una compañera fácil"

¿Cómo combates el pesimismo?
-Me esfuerzo mucho en superarlo y le pongo mucha voluntad. y aunque mi naturaleza es de agobiarme por casi todo, lo cierto es que cualquier pequeña cosa que me emocione me hace estar arriba y ser optimista. A pesar de todo, soy una persona de buen carácter y una compañera fácil. Pero, bueno, no puedo evitar ver el lado negativo y, ¡curiosamente, siempre tengo razón!

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Archivo Lecturas

Estás espléndida, y dices que sin dietas y sin operaciones...
-Dietas no he hecho nunca, exceptuando la adolescencia, porque en esa época de cambio sí engordé mucho. Y sí, sin operaciones, digan lo que digan, aunque yo ahí no me voy a meter porque cada uno es libre de pensar lo que quiera.

"No me importa envejecer"

¿Qué has perdido y que has ganado en todos estos años?
-Si consigues estar viva, todo lo que tienes ante ti está ganado. A la gente le inquieta mucho que hables de la edad, de la madurez, de si estás bien o estás mal, y a mí tampoco me gusta demasiado. Pero, luego, cuando analizas, te dices: ¿Cuál es la alternativa a estar viejo: la muerte? Pues no, yo prefiero hacerme mayor, llegar a la vejez y, eso sí, tener una muerte lo más rapidita posible.

José Andrés me decía en una entrevista que lo que más le gusta de la forma de vida americana, es que saben envejecer...
-¿Y sabes por qué? Porque te preparan para la vejez. No se puede llegar a la vejez sin cosas que te ilusionen, sin cosas que hacer y sin querer. Y cuando hablo de querer, ya no hablo de querer a tu pareja, si tienes la suerte de tenerla, sino de querer a tus hijos, a tus amigos, de tener una vida llena, de interesarte por miles de cosas que hay en el mundo. Y luego, además, estar sano. Y cuando digo estar sano, no significa que te estés matando en un gimnasio, sino caminar, hacer algún deporte... A veces te encuentras con gente mayor con la que estarías hablando horas y tú piensas: ¡Ojalá yo pudiera estar así de divertida y de interesante a su edad!. Nos educan para que vivamos de espaldas a la enfermedad y a la muerte y en la idea de que la juventud es un valor. ¡Y no, un valor es la inteligencia, la bondad...!

"Voy al gimnasio para sentirme bien"

En las épocas en las que no trabajas, ¿te impones alguna disciplina?
-Cuando trabajo, la disciplina te viene dada por necesidad, pero cuando no trabajo -y cada vez tiendo más a relajarme- también me gusta tener una cierta disciplina porque me siento bien mentalmente. Yo voy al gimnasio alrededor de una hora y media, ¡pero voy porque salgo tan feliz de haber hecho algo, de haberme levantado tempranito, de ir andando desde mi casa, de llegar allí y encontrarme con mis compañeras y con la profesora, que es un encanto. Y luego también me apunto a cursillos...

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¿Dónde has logrado mejores resultados: aceptando cosas que no te gustan de ti, o intentando pulirlas?
-Hay cosas que he pulido y hay cosas que con la edad he ido aceptando, que al final creo que es lo mejor. Con este disco me he dado cuenta de que cuando era joven tenía esa necesidad propia de la edad de demostrar muchas cosas. Ahora ya no la tengo, con lo cual vas más a la esencia de las cosas y eso hace que te relajes más y que aceptes mejor que, quizás, tu voz ya no es la de los 25 años, aunque hayas aprendido otras cosas... Y en la medida que vas aprendiendo y aceptando cosas, te vas haciendo mejor.

"Tiendo a la melancolía"

¿Qué cosas te deprimen?
-Soy bastante frágil, cualquier contrariedad me hace venirme abajo, aunque del mismo modo otra cosa estimulante que perciba a mi alrededor también me hace levantarme. Si creemos en los horóscopos, soy muy Géminis, tengo esa dualidad de los dos hermanitos. Tiendo, como decía Paco Rabal, a la melancolía.

En el equilibrio de esa dualidad, ¿qué papel juega Víctor?
-El mejor, es el bálsamo. Víctor tiene un carácter muy templado, sus opiniones son siempre muy sosegadas... Pero no solo conmigo, que estamos compartiendo vida, es igual con nuestros compañeros. Yo enseguida me ataco por todo, pero él sabe siempre quitarle hierro a las cosas. Lo único que le pone enfermo es que lleguemos tarde a los sitios. Su forma de ser me gusta mucho y a mí me gusta mucho cómo es él.

¿Vuestro matrimonio en Gibraltar no está convalidado?
-No, ni creo que lo convalidemos, aunque nunca se sabe y lo mismo cualquier día nos da la venada.

¿Siempre has sabido decir no?
-En mi carácter hay una cierta predisposición a saber decir que no y además tuve la suerte de poder aprenderlo de muy jovencita porque eso cuando lo aprendes de mayor, cuesta. Y te llevas muchos disgustos por no saber decir que no.

Ya tienes criados a los hijos, ¿te queda una sensación de relax, de ahora es cosa de ellos?
-Yo les he dado las herramientas para que ellos pudieran armar su proyecto, y aunque sabes que ahora es cosa de ellos, eso nunca es cierto del todo. ¿Qué padre dice hasta aquí he llegado y ahora su vida es de ellos? Eso es imposible, estás involucrado constantemente porque cualquier cosa que les pueda contrariar o les pueda hacer sufrir, te afecta a ti también, aunque tu misión ahora es estar de espectadora solidaria y, si te necesitan, estar ahí. 

¿Es un tópico lo de que los artistas no podéis hacer vida normal?
-Bueno, yo no sé las “estrellas” qué hacen, pero yo, cuando no encuentro a alguien que me acompañe, me voy sola al cine a las cuatro de la tarde ¡ y he descubierto que es un placer! Luego me voy a comprar al Corte Inglés o donde sea. Al mercado, poco, pero porque se me adelanta Víctor.