La noche de San Juan es una velada muy especial en muchos países y culturas. En nuestro país proliferan las tradiciones y fiestas sobre la noche más corta del año. Petardos, hogueras y playa son las claves para pasar este día. Unos elementos que también podemos ver en otros lugares como el Principado de Mónaco.
El príncipe Alberto, junto a su esposa Charlene y sus hijos, Jacques y Gabriella, salieron al balcón de Le Palais Princier para observar un llamativo espectáculo de danza llevado a cabo con niños monegascos ataviados con trajes tradicionales. Al terminar, se prendió fuego a la gran hoguera que se encontraba en el centro de la plaza. Una forma de simbolizar el paso de la primavera al verano.
Como es habitual, buena parte de las miradas se centraron en Charlene. Sonriente y relajada, la exnadadora mostró su saber estar y simpatía en este pequeño evento. Para la ocasión, la princesa eligió un vestido azul oscuro de la firma Akris con tirantes anchos, cuello redondo y costuras en forma de cuadros.
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Sin embargo, hubo algo que llamó la atención más allá de Charlene: su hija Gabriella. La pequeña, junto a su hermano Jacques, ha acudido a diversos eventos a lo largo de sus cortos 10 años. En todos ellos, los mellizos han fascinado a los ciudadanos por su alegría y elegancia a pesar de su juventud. Una prueba de que los pequeños son muy conscientes del papel que juegan en la Casa Real de Mónaco.
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Pero, esta vez, Gabriella destacó por todo lo contrario. Mientras que su hermano sonreía y saludaba a los allí reunidos, la pequeña se mostraba muy seria e incluso compungida. La sobrina de Estefanía de Mónaco, que lució un vestido blanco con flores bordadas de Bonpoint y recogió su melena en un moño con trenza, se mantuvo quieta y muy poco participativa.
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Por ejemplo, mientras su familia aplaudía, la pequeña se cruzaba de brazos hasta que se daba cuenta de la situación y aplaudía con cierta desganada. Tampoco se cortaba un pelo y miraba, hastiada, a su madre. No sabemos si intentaba transmitirle su cansancio, pero lograba que su madre se fijara en ella.
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Charlene de Mónaco, siempre muy pendiente siempre de sus pequeños, se daba cuenta de la actitud de su hija. Tras dedicarle un par de miradas de preocupación, la princesa se agachaba para hablar con su pequeña. Justo después, le señalaba algo de lo que ocurría en la plaza para ver si lograba sacarle una sonrisa. Una muestra de que la princesa no aparta su lado maternal ni en eventos oficiales del Principado.
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Pero nada. Gabriella solo esbozaba una pequeña sonrisa forzada que chocaba con la amplia risa de su hermano. Esta actitud por parte de la niña llega justo cuando Charlene parece encontrarse en uno de sus mejores momentos. Por ejemplo, en la sexta edición de los Encuentros de los Sitios Históricos Grimaldi de Mónaco, la princesa derrochaba dulzura y amabilidad. Una conducta muy diferente de su característica tristeza.
La educación de Jacques y Gabriella
La seriedad y poca disponibilidad que ha mostrado Gabriella en este acto es, sin duda, un hecho aislado. La niña ha demostrado ser muy madura para sus 10 años y siempre ha hecho gala de una gran profesionalidad. No en vano, sus padres se han preocupado mucho por su educación, a la vez que por su infancia.
"Aunque hayan aprendido a comportarse en situaciones oficiales, no se puede hacer en sesiones formales de 'siéntense, esto es lo que tienen que hacer'... Creo que se hace con pequeños detalles. No debe traumatizarlos ni monopolizar demasiado sus mentes", comentaba el príncipe Alberto para 'TF1'.
Por su lado, Charlene concedía una entrevista al medio francés 'Gala' , en el que abría su corazón sobre su faceta deportiva, su relación con Alberto o su maternidad. "Las conversaciones que puedo tener con Jacques y las que tengo con Gabriella son muy diferentes, al igual que el tiempo que paso con ellos", decía, valorando el tiempo que puede pasar con sus pequeños.
"Gabriella es muy curiosa. Está muy intrigada por el mundo y la vida en general. Hace muchas preguntas y exige mucha atención. En cuanto a Jacques, es curioso y observador. Más reservado, es muy tranquilo por naturaleza", revelaba. Una información que nos ayuda a perfilar a los que serán el futuro de Mónaco.
Charlene no se quedaba ahí y reconocía sentir cierto temor sobre los próximos años de sus hijos. A medida que crezcan sus responsabilidades serán mayores y, por lo tanto, la atención sobre ellos será mucho mayor. "Como todos los demás padres, estamos un poco ansiosos pensando en los próximos años. Ya podemos imaginar a qué estarán expuestos...", expresaba.
"Los niños están mucho más en contacto con los medios y la tecnología. Lo que ven y cómo procesan la información es muy diferente de lo que conocemos. Debo admitir que es mucha presión", añadía. A pesar de ello, queda patente que Alberto y Charlene forman el mejor equipo para proteger a sus pequeños y prepararles para las obligaciones futuras.