'Habemus papam': fumata blanca en el segundo día de cónclave

La iglesia católica vuelve a tener un líder en el segundo día de cónclave

Jara Bravo
Jara Bravo

Redactora digital de Lecturas

Fumata blanca
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Muchos lo predecían y así ha sido. En el segundo día de cónclave, la chimenea sobre la Capilla Sixtina ha emitido la esperada fumata blanca. Un símbolo de que la Iglesia Católica vuelve a tener un nuevo líder. Una noticia que se ha celebrado con el repicar de las campanas de la Basílica de San Pedro y los aplausos y gritos de los seguidores que esperaban, expectantes, esta información.

Esta mañana los 133 cardenales no parecían ponerse de acuerdo. Poco antes de las 12 del mediodía, el humo negro ha manchado el cielo de Roma. Aún así, muchos expertos y periodistas señalaban que hoy sería el día escogido. De hecho, con este, ya son tres años consecutivos en los que el nuevo Pontífice se decide durante el segundo día de votaciones.

Con Benedicto XVI se necesitaron cinco escrutinios y con el fallecido papa Francisco en unas pocas más, ocho. En este caso, ha sido en el cuarto escrutinio cuando uno de los cardenales reunidos ha sido elegido. Aunque aún no conocemos quién ha sido el elegido, ya se ha puesto en marcha el siguiente paso en este proceso secreto para elegir al nuevo Papa.

Papa
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El nombre del nuevo papa

¿Y ahora qué? Desde fuera seguimos sin ver todo el proceso, pero el proceder no es tan místico como el cónclave. Una vez uno de los cardenales ha recibido la mayoría de los votos, se le pregunta si quiere asumir esta responsabilidad. "Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?", se le pregunta, en latín.

En caso de aceptar, el religioso será cuestionado de nuevo: "Quo nomine vis vocari?". En apenas unos segundos, debe decidir cuál es el nombre que ha escogido para su nueva etapa espiritual. A continuación, el hombre abandona la Capilla Sixtina por una de las dos puertas bajo el impresionante fresco del Juicio Final de Michelangelo. 

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Ese acceso lo llevará a la Sala de las Lágrimas, donde elegirá una de las tres sotanas papales preparadas. Tras arreglarse, el Pontífice podrá tener un momento de introspección para orar en privado. Un último instante para decir adiós a su vida anterior y abrazar la nueva tarea que Dios le ha encomendado.

Al mismo tiempo, el cardenal protodiácono se dirigirá hasta el balcón central del famoso templo para anunciar el famoso: “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!". Una declaración que aumentará la euforia que ya se está viviendo en las calles de la capital italiana. 

Unos segundos después será cuando podamos ver al nuevo Papa caminar hacia el balcón, saludando a las multitudes y dar la bendición 'urbi et orbi'. Será entonces cuando conoceremos su nombre papal y el motivo detrás de su elección. Además, la ropa elegida y las palabras pronunciadas serán claves para conocer los primeros rasgos del Pontífice.

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Por ejemplo, en el caso del fallecido papa Francisco, explicó que había elegido este santo por su deseo de erradicar la pobreza. Los ropajes sencillos y la ausencia de joyas también señaló que uno de los mantras del nuevo líder religioso iba a ser la austeridad.

¿Por qué cambian de nombre los papas?

Si decimos Jorge Mario Bergoglio, Joseph Alois Ratzinger o Karol Józef Wojtyła​ es posible que muchos no sepan de quiénes hablamos. En cambio, si decimos Francisco I, Benedicto XVI y Juan Pablo II, la cosa cambia. Y es que los Pontífices siempre modifican sus nombres al empezar su 'mandato'. Eso sí, este gesto no es obligatorio. 

Esta tradición se remonta al siglo VI cuando el papa Juan II no pudo alzarse como Pontífice porque la Iglesia considero que su nombre original, Mercurio, era inadecuado para este puesto. Así, el religioso escogió el nombre de un santo. Un gesto que han repetido durante siglos y que ahora es un paso más en este proceso.