Jorge Mario Bergoglio, Joseph Alois Ratzinger y Karol Józef Wojtyła fueron los tres últimos pontífices al frente de la Iglesia católica como máximos soberanos de la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, serán popularmente recordados por los seudónimos papales que adoptaron tras ser elegidos para el cargo: Francisco I, Benedicto XVI y Juan Pablo II. Lo cierto es que son ellos mismos quienes escogen un nuevo nombre tras ser seleccionados como Papa. Esta peculiar tradición se remonta al siglo VI y tiene un motivo sorprendente.
¿Por qué los papas cambian de nombre tras ejercer su cargo?
Es muy probable que el nuevo sucesor del papa Francisco cambie de nombre al igual que han hecho el resto de ellos durante siglos. No es una norma que establezca estrictamente la Iglesia Católica, pero sí una tradición eclesiástica que no se ha roto durante décadas. La explicación es sencilla. Fue el papa Juan II quien comenzó con esta costumbre después de que la Iglesia considerara que su nombre de nacimiento, Mercurio, era inapropiado para el cargo. Por este motivo, decidió ser nombrado Juan II. Además, es una tradición que cumple con ciertos elementos sagrados que yacen en la historia de la Biblia.
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Según esta escritura, Dios modifica el nombre de aquellas personas a las que confía una misión. Uno de los ejemplos es el caso de Simón, quien cambió su seudónimo por el de Pedro. En este mismo contexto, cambiar de nombre es sinónimo de nuevos comienzos y convertirse en Papa es una nueva etapa llena de retos. La elección de un seudónimo diferente al que los ha acompañado durante décadas establece un punto de inflexión en sus vidas.
¿En qué se basan los nuevos papas para escoger su nuevo nombre? Es otra de las grandes preguntas que giran en torno a este asunto. Tal y como muestra la historia de la Iglesia Católica, la mayoría de ellos rinden homenaje a los santos que aparecen en la Biblia. Aun así, otros optan por seguir con el nombre de sus antecesores cuyo papado han admirado o alguno que refleje ideales que el nuevo Papa mantiene. Cabe destacar que ningún cardenal puede cambiar de nombre oficialmente hasta que ha sido escogido como Papa y concluye el proceso. Cuando se produce el "Habemus Papam", el nuevo Pontífice toma la importante decisión.
El Papa es libre de escoger su nuevo seudónimo e incluso de no hacerlo. Es decir, la Iglesia Católica no establece ninguna ley que dicte lo contrario. De hecho, Adriano VI y Marcelo II han sido dos de los papas que han mantenido su nombre original a lo largo de la historia. Aun así, es más que evidente que quien decide cambiar debe optar por un nombre apropiado.
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Según la historia de la Iglesia Católica, el nombre más repetido es Juan con un total de 23 asignaciones. Tras este y por orden se sitúan Gregorio, Benedicto, Clemente, Inocencio, León y Pío. Al final de la lista se encentran Ceferino, Higinio, Lino, Cleto, Romano, Sabiniano y Zacarías. Por el momento, Pedro es el único nombre que ninguno de los elegidos se ha atrevido a utilizar en la historia. Mientras que un nuevo Papa llega al cargo, El Vaticano sigue adelante con los preparativos pendientes.
El Vaticano confirma la fecha en la que comenzará el Cónclave
El Colegio Cardenalicio ha fijado ya la cita en la que los 133 cardenales electores comenzarán a votar para escoger al nuevo pontífice. Será a partir del 7 de mayo cuando los cardenales de menos de 80 años tendrán que decidir qué rumbo toma la Iglesia Católica tras la muerte del papa Francisco. Hasta entonces, todas las miradas apuntan hacia Roma. El Cónclave no es un proceso sencillo ni rápido.
El primer día solo se llevará a cabo una votación y en los días siguientes, podrán ser dos por cada jornada. La duración estará determinada por el "quorum", ya que es necesario que un candidato cuente con dos tercios de las papeletas a su favor para que sea papa electo. Cabe destacar que en los últimos días han sido varios los cardenales que han declinado la invitación por motivos de salud. Es el caso del español Antonio Cañizares, arzobispo emérito de Valencia. Tampoco acudirá Vinco Puljic, natural de Bosnia y Herzegovina.
Además, la Santa Sede se enfrenta a un problema que tratará de solucionar pronto. El cardenal italiano de 76 años Ángelo Becciu, condenado a 5 años y 6 meses de prisión por delitos financieros, pretende asistir a la esperada fecha. El Vaticano no se ha pronunciado públicamente, aunque no parece que vaya a permitir a aceptar que acuda al evento. Francisco suspendió a este religioso y, por tanto, no tiene carta de invitación, aunque él insiste y pretende participar en la elección del nuevo Papa. Será cuestión de tiempo que llegue la señalada fecha en el calendario para presenciar cómo se desarrolla el proceso.