Pilar Eyre

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El turbio aspirante a Rey que acumuló escándalos

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Nadie hablaba bien del príncipe Víctor Manuel de Saboya. Antipático, remilgado, agresivo, detestable… así lo juzgaban en su exilio de Estoril, donde convivió con Juan Carlos y sus hermanos. La bondadosa madre de estos, doña María, lo disculpaba, “es que con los padres que ha tenido…” Y es cierto que la infancia de Víctor Manuel fue muy difícil, a él y a sus tres hermanas les faltó calor familiar. Sus padres eran los exreyes de Italia, expulsados de su país por un referéndum popular. El primer mes en Portugal echaron a su madre de un local por fumarse un puro y la exreina María José decidió que en ese país tan atrasado no podía establecerse y se fue a Suiza para siempre. El matrimonio de Humberto y María José se había concertado cuando eran niños y no había amor, en realidad decían que él era homosexual y había estado con el boxeador Primo Carnera y con el actor Jean Marais. Él lo achacaba a calumnias de los antimonárquicos, pero lo cierto es que Luchino Visconti, aristócrata y director de cine, contó en sus memorias que había tenido una relación amorosa con Humberto.

Rumor familiar

Los cuatro hermanos Saboya –María Pía, Víctor Manuel, María Gabriela y Titi–, vivieron asilvestrados en un ambiente extravagante y sin disciplina. En el jardín tenían limoneros, pero como los limones no crecían lo suficientemente rápidos, el padre decidió que los pusieran de plástico. Los hijos se levantaban a la hora que querían, el padre estaba fuera toda la noche paseando a pie seguido de su Rolls Royce y al amanecer se iba al puerto a ver cómo llegaban las barcas de pescadores. En su casa tenían un auténtico arsenal de armas al alcance de todos y desde pequeños los niños aprendieron a tirar en el bosque y adiestraron también a sus amigos, Juan Carlos y sus hermanos. María Gabriela era íntima de la infanta Pilar y la pequeña, Titi, era amiga de Alfonsito. Nadie, ni el propio padre, parecían tener mucho aprecio por Víctor Manuel, de quien se comentaba que en realidad no era hijo de Humberto, sino de su primo Amadeo de Aosta, con quien la madre habría tenido una aventura.

Cerca de Los Borbones

El 29 de marzo de 1956, Jueves Santo, precisamente los amigos habían estado juntos disparando a las farolas de la rúa de Inglaterra, Víctor Manuel con el arma que había sacado del arsenal familiar y Juanito y Alfonsito con una pistolita de procedencia desconocida. Se despidieron a las seis de la tarde en la puerta de Villa Giralda, donde vivía la familia real española, y dos horas después tuvo lugar el accidente fatal en el que murió Alfonsito. Su hermano empuñaba el arma, no había nadie más que ellos en la sala de juegos donde se produjo la tragedia. Víctor Manuel acudió al entierro del infante. Se le puede ver en las fotos en segunda fila, detrás de su padre, ojeroso y con corbata negra. A partir de ahí los amigos se dispersaron y cada uno siguió su vida. La de los príncipes italianos era presencia constante en la prensa española. María Pía se casó con un príncipe yugoeslavo y María Gabriela se convirtió en la novia secreta de Juanito, aunque también se mencionaba en las revistas un romance con el rejoneador Ángel Peralta. Víctor Manuel se enamoró de una plebeya, Marina Doria, y estuvo largos años luchando para que su familia la aceptara.

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Rodeados por la tragedia

Pero fue Titi la que copó todos los titulares. Bebedora, juerguista, amiga de la noche, inestable, se enamoró locamente de Victoriano Roger Valencia, el padre de Paloma Cuevas, y como el torero no le correspondía, se pegó un tiro en el estómago. La ingresaron en la clínica mental López Ibor, de donde se fugó con el playboy Maurizio Arena hasta que este fue detenido acusado de bigamia. Al final la obligaron a casarse con un funcionario de embajada y la mandaron a vivir a México. Tuvieron tres hijos, uno de ellos se suicidó, y en 1999 se encontraron al marido muerto en una bañera con una cuerda atada al cuello y a los genitales en un fatal rito autoerótico. Víctor Manuel logró al fin casarse con Marina y, aunque sus contactos con la familia real española eran mínimos, sí fue invitado a la boda de Felipe y Letizia. Aquí tuvo lugar un hecho tragicómico del que dio cuenta en exclusiva la prensa italiana. En la cena privada después de la boda se enzarzó en una pelea a puñetazos con Amadeo de Aosta, también pretendiente al hipotético trono italiano y, según rumores, su hermano. Cuando uno de ellos ya echaba mano al bolsillo para sacar un arma, Ana María de Grecia se puso a gritar, apareció Juan Carlos y consiguió separarlos. Delante de todo el mundo le dijo a Víctor Manuel que desapareciera de su vista y que no quería verlo nunca más. Víctor Manuel, que era rencoroso, nunca pudo olvidar esta ofensa a su exacerbado orgullo y cuando Beatrice Borromeo rodó el verano pasado un documental en el que narraba cómo había matado hace años a un muchacho indefenso, dijo con voz vengativa “pues yo podría contar muchas cosas sobre Juan Carlos… asesinó a su hermano. Yo estaba delante, la bala primero atravesó un armario y después mató a su hermano”. Era mentira. Juan Carlos se enfadó de una forma terrible y ahí, y sin que sirva de precedente, le doy la razón.

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