13 de marzo de 2020, 13:35
¡Lo que pasó entre Julio Iglesias y yo en un camerino morirá conmigo!
¡Lo hemos conseguido! ¡Qué Julio Iglesias venga a Catalunya! Tenía apalabradas ya las actuaciones de Fuengirola, Chiclana, Valencia, Mérida y Córdoba, pero no se decidía a venir por estos pagos. Le habían contado que si aquí ya no le queríamos, que silbábamos este tipo de música, que si tal y que si cual. Pero, al final, recordó los grandes amigos que tiene en esta tierra y de todas las propuestas que se le ofrecieron escogió la de Cap Roig. Actuará los días 21 y 22 de agosto, al lado de mi casa como quien dice (no es por nada).
Qué emoción sentí cuando en su última actuación, antes de acabar, se me acercó una persona de su equipo y me señaló con el dedo de Dios: “Julio quiere verte en el camerino”. ¡Lo que pasó en ese camerino morirá conmigo!
Un detalle: me cuentan que Julio se ha visto obligado a cambiar esas largas charlas que dirige al público entre canción y canción. Antes era: “Mirad que chiquitas más monas [por su jovencísimo coro]. Ah, seguro que a los hombres presentes en la sala les gustaría cantar con ellas…”. Y ponía en la palabra cantar toda la intención del mundo. Las miradas a los ‘derrières’ de las chicas, esa media vuelta que les obligaba a realizar para que se lucieran, también han sido eliminadas del espectáculo. Ahora utiliza el discurso del perdedor, que también se le da muy bien: “Yo he amado mucho, he sido un juguete en manos de las mujeres y por eso he sufrido”, dijo en Londres. Y en Israel rizó aún más el rizo: “Las mujeres llevan siempre la batuta. Yo no he conquistado… me han conquistado ellas cuando les ha dado la gana”. Uy, uy, uy, alguien miente.
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