Raro, raro, raro…Lo de Julio Iglesias. Esas actuaciones anunciadas para septiembre en Uzbekistán y Emiratos Árabes, países tan lejanos y opacos que si se suspenden los conciertos, no pasa nada, ¿son lugares adecuados para esa magna celebración de los cincuenta años de carrera? se preguntan con amargura los promotores españoles a los que ha dejado colgados sin ninguna explicación. “No había contratos firmados para este verano, pero sí de palabra, ¡contábamos con él! ¡Y no se pone ni al teléfono!…” Echo mis redes y consigo una perla, “quizás es una estrategia para desmentir ciertas portadas y ciertas voces alarmistas…” Lo de que Julio se resiente de las secuelas de su lejano accidente de coche ya no convence a nadie, sobre todo porque el accidente de marras ha sido todos estos años una mentira piadosa sin nada que ver con la realidad. Como confiesa el propio padre de Julio en sus Memorias, lo que tuvo fue un tumor de células del hueso de la columna que lo dejó casi paralítico, y del que salió gracias a la ayuda de Papuchi, que era médico, y su tremenda fuerza de voluntad, “le estuvimos dando tanto radio, que casi le destruimos la médula”. Se le operó y se le extirpó, pero quedó tetrapléjico y tardó un año en poder mover un dedo. Ese día, su padre y él se abrazaron y se pusieron a llorar. Pero cuando se dedicó a la canción, a su mánager le pareció más glamuroso achacar sus problemas locomotores a un accidente de coche que había tenido con unos amigos, del que salió con leves rasguños y no requirió ni ser hospitalizado. La tumoración se le detectó tiempo después. “Julito se curó porque tiene madera de campeón y es un héroe”, dijo su padre. Sigues siéndolo, Julio, ¡adelante! ¡tus fieles te necesitamos!