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¡Pipí! ¡Iba a hacer pipí! ¡Vargas Llosa cuando se cayó, que los nobeles también son humanos! Y pensar que llegué a creer que Mario y su novia se estaban entregando a dulces prácticas amorosas ¡y pataplán! Fue de madrugada y a su llegada a la clínica Ruber lo atendió el doctor López-Amor, que operó de la cadera a don Juan Carlos cuando su mítica caída en Botsuana. Aunque lo que para el emérito fue un accidente grave del que aún no se ha recuperado, para Mario ha sido un percance leve, y está en su casa con el culo morado, pero indemne.
Sentado de medio lado, como una odalisca, sigue escribiendo su nuevo libro. Y para algo le ha servido el susto: su hijo Gonzalo, que llegó a hablar con desprecio de “la capacidad de la señora Preysler para manipular a las personas y sacar provecho económico”, ha hecho las paces con él. Y la icónica pareja peruanofilipina, después de este susto, está pensando en pasar de amantes a esposos. Veremos.