Gracias al FesTVal he pisado mis primeras alfombras. Naranjas, en esta ocasión. La primera, a la salida del hotel: un montón de fans enfervorizadas esperan desde hace horas para ver de cerca a los que salimos por la tele. Yo hago el recorrido hasta el autocar como alma que lleva el diablo. Muerto de vergüenza.

Luego veo cómo pasea por la alfombra Hiba Abouk y la envidio. Levita –que no camina– en zigzag, para satisfacer a la mayoría de jóvenes que desean hacerse una foto con ella. Ella posa hierática, con la majestuosidad de una reina mora. Sube al autocar impoluta, sin haberse despeinado lo más mínimo. También triunfará en la alfombra que hay colocada para llegar hasta el Teatro Principal, lugar donde se celebra la gala. Ahí me vengo yo arriba. Dejo de lado mi timidez, me creo Brad Pitt y me lío a hacerme selfies y a  firmar autógrafos.

Euforia desatada con la llegada de Rubén Cortada y José Coronado. En el Principal observo a Cortada desde la distancia y sufro. No puede mantener una conversación mínimamente decente con nadie porque cada dos por tres aparece alguien dispuesto a pedirle una foto. La gente se quiere fotografiar con todo lo que salga en la tele: el perro Pancho de la Bonoloto, Imanol Arias o la palmera de una agencia de viajes. A mí me producen ternura los niños, que llegan con los ojos llenos de ilusión y te piden siempre con mucha educación que poses con ellos. Los mayores se limitan a agarrarte, colocarte a su lado como una maceta y exigirte que sonrías. No te dan ni las buenas noches y a mí cada vez me da menos la gana seguirles el juego. Cuando te niegas, se repite siempre la misma cantinela: “Pues ya no volveré a ver ‘Sálvame’”. Entonces aprovecho para sonreír y me escabullo.

Me entrega el premio Rosa Villacastín, con la que es un gusto coincidir porque siempre está de buen humor. Me enamoro de Mamen Mendizábal, disfruto con Joaquín Reyes y Karra Elejalde, le propongo hacer un polígrafo a Lydia Bosch y aprovecho para decirle a Alberto Chicote que soy fanático de su ‘Pesadilla en la cocina’. Los veo todos: los nuevos y los repetidos. Se aprende más viendo sus programas que en treinta sesiones de diván con el más reputado de los psicólogos. Presenta la gala con gran solvencia Luis Larrodera. Conseguidos los dos premios más importantes de televisión de este país –el Ondas y el Joan Ramon Mainat–, ahora sólo me queda salir en las listas de los presentadores más atractivos. Pero eso sí que lo veo crudo, fíjate.