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También viene Mario Vaquerizo a ‘Hay una cosa que te quiero decir’ y al pedirle una foto me dice: “Hombre claro, y a ver si me sacas en el Lecturas que las sacas a todas menos a mí”.
Con Mario y Alaska me sucedió una cosa muy curiosa: cuando se comenzó a emitir su reality en MTV yo echaba sapos y culebras. No entendía nada. Me parecían el colmo de la superficialidad. Pero el cabreo me duró poco: P. y yo comenzamos a aficionarnos a seguir las andanzas de la pareja y ahora podemos decir que tanto él como yo nos sabemos todos los capítulos de todas las temporadas de memoria. Ya podíamos estar viendo cualquier cosa en la tele que si de repente hacíamos zapping y topábamos con un ‘Alaska y Mario’ nos quedábamos ahí.
Soy fan de Alaska desde que tenía quince años, cuando estudiaba en el Opus Dei llevaba mi carpeta forrada con fotos de ella. Y de Mario qué puedo decir: es otra de mis debilidades. Me gusta su optimismo, la manera que tiene de divertirse, que sea malón pero sin ser cruel y lo talibán que se pone al defender a sus amigos. Cuando alguien me pregunta si Mario es como sale en la tele yo siempre contesto: “No, es mejor”. Cada vez que viene a ‘Hay una cosa que te quiero decir’ me deja agotado porque se entrega a fondo. Y cuando se va, no tardo ni un minuto en echarlo de menos.