Paso un fin de semana revuelto. Leo en Público que en Mallorca cuatro personas –por llamarlas de alguna manera– atan a un gato, lo torturan y le sacan un ojo antes de matarlo. Carme Chaparro, en su Instagram, cuenta que se ha encontrado a varios cachorros a los que dejaron en una caja en medio de una carretera para que los atropellaran. No me quito de la cabeza a esa pareja de Lanzarote que cogieron a Timple, un perro, y lo torturaron hasta la muerte. Lo grabaron con el móvil. ¿Qué clase de sociedad no envía a estos seres a la cárcel? Somos demasiado permisivos con el maltrato animal. Hemos avanzado, por supuesto, pero la tolerancia no debe existir contra quienes desatan su maldad contra los más indefensos. No avanzaremos como sociedad mientras no entendamos que los animales merecen todo nuestro respeto. Y que el planeta no es nuestro sino que lo compartimos.